Sabado, 23 de noviembre de 2024
Ante la anunciada renuncia de Benedicto XVI
LA HUMILDAD DE UN GRAN PAPA
Dos días antes del Miércoles de Ceniza, y en la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, Joseph Raztinger anunciaba su libre renuncia, con efectos desde finales del mes de febrero, acogiéndose al canon 332.2 del Código de Derecho Canónico, explicando de forma clara y concisa el verdadero motivo de su decisión: la falta de fuerzas que, por su edad avanzada, le impide seguir gobernando el timón de la nave de la Iglesia con el vigor necesario.
El mismo Joseph Raztinger que dirigió su primer mensaje como Papa, aquel 19 de abril de 2005, con aquellas sencillas palabras, “los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor”, vuelve a ofrecernos toda una lección de honestidad y humildad.
No pocos, algunos incluso con la desfachatez de hacerlo desde dentro de la propia Iglesia, mostraron entonces sus recelos por la elección de un purpurado al que denominaban, despectivamente, el “panzer cardinal”. Otros apuntaban, con displicencia, la extrema brevedad de un pontificado lastrado por la avanzada edad del nuevo Papa.
Y sin embargo la realidad de los hechos ha tirado por tierra las previsiones de todos aquellos agoreros de calamidades, que volverán a aburrirnos ahora, sin duda, y ante el nuevo cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI, al término de esta Cuaresma, con todo su rosario de necedades y previsiones, eso sí disfrazadas de su conveniente pose de sesudos vaticanistas, aunque no pasen de meros opinadores de tres al cuarto.
Aquel tímido y humilde Joseph Ratzinger, que dejaba ver las mangas de su jersey negro bajo su primera sotana papal, no muy felizmente cortada, y había anhelado toda su vida dedicarse a la docencia y al estudio, era el llamado a sustituir al torbellino mediático y apostólico del hoy beato Juan Pablo II, tras un largo pontificado.
No era fácil reemplazar el vacío dejado por el Papa polaco, y menos en tiempos agitados, cuando menos, para la Iglesia de Cristo. El mismo Raztinger, sólo semanas antes de su elección como Papa, había realizado este doloroso diagnóstico, en el Vía Crucis de aquel viernes santo de 2005: “¡Cuántas veces celebramos sólo nosotros sin darnos cuenta de Él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la Reconciliación, en el cual Él nos espera para levantarnos de nuestras caídas! También esto está presente en su pasión”.
Y aquel gran teólogo, sin duda el mejor que ha tenido la Iglesia en las últimas décadas, se ha desgastado estos últimos ocho años en el ejercicio del ministerio petrino. En ese pontificado no tan breve como algunos pretendían, ha brillado el siempre acertado y esclarecedor magisterio de Benedicto XVI. Sus tres imponentes encíclicas, y su deliciosa y completa trilogía sobre la vida de Cristo. Sus veinticuatro viajes apostólicos, su capacidad de seguir convocando a centenares de miles de peregrinos que acudieron a sus audiencias y comparecencias, anhelando escuchar sus sabias palabras. Su impulso a la nueva evangelización, su feliz “hermenéutica de continuidad” como forma adecuada de leer o interpretar el Vaticano II a la luz de la tradición, o su atención y mimo a la sagrada liturgia, dando un ejemplo no siempre seguido pero que está ya en la base de un nuevo movimiento litúrgico, serán otras notas destacadas de su pontificado.
Como lo serán también la transparencia, tenacidad y humildad con las que abordó todas las situaciones difíciles o delicadas a las que se enfrentaba la Iglesia, y que él mismo apuntó en el umbral de su pontificado: “rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos”.
Nos deja también el Año de la Fe en marcha, y el inolvidable recuerdo de su cariño a nuestra tierra, España, que visitó repetidamente: Valencia, Santiago de Compostela, Barcelona y Madrid. Esta última para presidir el multitudinario encuentro mundial de la juventud.
En esta histórica Cuaresma nos inundan a todos sentimientos encontrados. La dolorosa orfandad que nos deja la decisión de Benedicto XVI, tomada plenamente en conciencia y ante la constatación de sus débiles fuerzas, de retirarse a una vida de estudio y oración. Y al mismo tiempo el agradecimiento a Dios, con una pareja sensación de gozo, “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”(salmo 125), por habernos dado durante estos años su providencial presencia al frente de la Iglesia, y los frutos fecundos y auténticos de su pontificado.
Parafraseando las propias palabras de Benedicto XVI, en su audiencia del último miércoles de ceniza, podríamos decir que nos sostiene e ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla.
Con esta confianza agradezcámosle al Señor el ejemplo y testimonio de Benedicto XVI, y oremos por él y su sucesor.
Ignacio Alvargonzález
Comentarios
Por para angel 2013-02-23 21:33:00
Comentarios te enrollas como el chotacabras, eres el aberroncho de la España mas cavernicola
Por Ángel 2013-02-22 15:32:00
Caranguexu, uno siempre tuvo la certeza y así lo ha vivido en ocasiones de encontrarse con lo peor de lo peor, algunos si no hacen mas daño es por que no pueden, no por que no quieran. En tu caso ni a eso llegas, estas ahí como el papel de los periódicos que su única finalidad es envolver bocadillos grasientos y al final pasan a la posteridad por quedar pegados al suelo y su única personalidad son las huellas que dejan aquellos transeúntes despistados que no han sabido evitarlos. Tu no llegas ni a eso de leer periódicos atrasados,tu eres como dije un papel de un periódico, lo tuyo no pasa de ser palmero y esto suponiendo que en tus adentros llegues a pensar en la dificultad que entraña la salvación de tu alma, fíjate hasta donde llega tu intelecto y en lo que malgastas tus energías si las tienes.
Por caranguexu 2013-02-21 17:01:00
Comentarios angel en la biblioteca publica corres el riesgo de leer periodicos atrasaos y ademas intrepretarlos al reves.bbbb
Por Ángel 2013-02-21 12:13:00
Lean lo que hoy dice el Mundo sobre el Vaticano y sus inquilinos.
Por Un de Muries 2013-02-18 14:09:00
Gelín, Gelín, vas volveme llocu. Apaeces en tos lo sitios que te la Ilgesia por mediu. Yo respétote toes les idees, inclusu en que nun creas en na, son coses tuyes que a mi no me importen, pero lo que nun pueo respetate son les babayaes. Mezcles a la URSS que duró poco más de medio siglu con la Iglesia que lleva más de dos milenios. Y voy decite una cosina por si nun la sabes. Yo toi convenciu que con la URSS y esi muru de Berlín, sin disparar un solu tiru, terminó Juan Pablo II. Reconoziolo hasta el Gorvacho esi. Así que tate tranquilu que despues de les pedraes que recibió la Iglesia y nun pudieron con ella, tú que yes un granin de arana en el desierto poco pues facer. Eso sí, babayaes toes les que quieras pa eso tamos en un país libre..
Por Ángel 2013-02-18 13:55:00
Tu por lo visto no eres nadie.
Por para Angel 2013-02-18 01:27:00
Primeramente Ignacio enhorabuena por el artículo,saludos a las cofradías de Gijón.Angel tu comentario es absurdo.como siempre.Sabes que nadie te hace caso ,porque siempre cuentas las mismas tonterías,me imagino que la cabeza no te da para más
Por Ángel 2013-02-17 23:31:00
Humildad ,santidad o lo que mejor queráis, pero la curia del Vaticano se parece mas bien al PSOE de Rubalcaba, yo me inclino a pensar que este presente bien podría ser el tercer secreto de Fátima abierto en canal. Nada es para siempre y esto tampoco, ya sabemos que las religiones no aguntan bromas, tampoco la URSS y desapareció. Después de dos milenios esto tiene que doler, aquellos que hicieron de esto su medio de vida y a la vez se codearon con el Poder y tambien lo fueron. La Iglesia en la Edad Media, bien y puede que hasta hace poco en ese feudalismo donde no es que fuese el oficial de guardia, era el comandante en jefe, ahora enseña su cara como muchas instituciones, que suelen tener esas enfermedades del cemente que hace los muros fuertes, hasta que se descompone y al poco tiempo solo hay un montón de piedras caídas en el suelo en desorden. No me alegra tampoco me entristece, lo prudente para mi es tener una piedra preparada cuándo otra se reemplaza. Para mi es que nunca fueron lo que pretendieron mas bien ellos mas que nadie adolecían de aquello que fue su justificación y ahí tenemos la competencia el Islam, estos aun son peores aunque tambien dicen que Dios les sopla ordenes en sus pabellones auditivos
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