.Ni los más acérrimos partidarios del fallecido generalísimo Franco habrían sido capaces de restaurar su memoria y situar su figura en el primer plano de la actualidad como lo ha sido nuestro presidente dr. Sánchez con la brillante idea de exhumar sus restos del Valle de los Caídos.

Como si se tratase de exhumar cualquier cosa, sin encomendarse a instancias especializadas, se decidió ponerse manos a la obra sin pensar en el detalle de su posterior inhumación ya que no sería cosa de hacerlos desaparecer definitivamente. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Por lo tanto y, como en muchas otras cosas, se toman decisiones basadas en ocurrencias peregrinas, acompañadas de una ignorancia supina de lo que se trae entre manos y así va resultando todo: chapuza tras chapuza y para arreglarlo...¡otra chapuza!

En primer lugar, no me parece propia del sentir general del pueblo español la decisión de esta exhumación-inhumación. Se podría asegurar que de realizarse una encuesta, sondeo o lo que sea, entre los españoles sobre la conveniencia o no del hecho que nos ocupa, seguro que habría un número sorprendente de ciudadanos que pensarían que los restos están muy bien donde están y estuvieron tantos años, sin que parezca haber ningún peligro de peregrinaciones que pudieran perturbar la paz imperante, ahorrándose, por otra parte gastos y problemas consecuentes. Claro que esta utópica encuesta debía ser anónima pues acostumbrados estamos a una derecha vergonzante que en estos casos se pone de perfil y con la iglesia nos toparíamos que, también en estos casos, estamos viendo que adopta una postura un tanto "egipcia" o perfilada.

Lo que sí está transcendiendo muy claramente es un miedo enfermizo a una figura que ya forma parte de nuestra historia reciente y a la que será imposible olvidar para bien o para mal. Miedo a depositar los restos en la cripta de la Almudena o en el Pardo pues repito una vez más, se dice  que esto propiciaría la organización y puesta en marcha de peregrinaciones alborotadoras y vociferantes hacia dichos lugares.

(Hemos de constatar también que nunca fué voluntad del fallecido el que sus restos reposaran en el Valle, principalmente porque él no fué caído sino que murió en su cama y en su residencia habitual).

exhumación-inhumación. Se podría asegurar que de realizarse una encuesta, sondeo o lo que sea, entre los españoles sobre la conveniencia o no del hecho que nos ocupa, seguro que habría un número sorprendente de ciudadanos que pensarían que los restos están muy bien donde están y estuvieron tantos años, sin que parezca haber ningún peligro de peregrinaciones que pudieran perturbar la paz imperante, ahorrándose, por otra parte gastos y problemas consecuentes. Claro que esta utópica encuesta debía ser anónima pues acostumbrados estamos a una derecha vergonzante que en estos casos se pone de perfil y con la iglesia nos toparíamos que, también en estos casos, estamos viendo que adopta una postura un tanto "egipcia" o perfilada.

Dado ese miedo, a mí se me ocurriría, cándidamente, depositar por ejemplo, un par de días en un lugar de la Plaza de Oriente los restos exhumados para comprobar la supuesta peligrosidad de exponerlos en un lugar público y accesible. Gran alegría se llevarían nuestro presidentel y sus colegas si empezasen a acudir allí muchedumbres enfervorizadas a los gritos de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!, ¡Arriba España!, ocasionando graves problemas de orden público como ellos habían previsto y reafirmando su idea de la peligrosidad pronosticada (¡ay, las vueltas que podría dar el mundo, plaza de Oriente incluída!), aunque es de suponer que si se producían dichos llamados desórdenes, con seguridad serían de un tono moderado, al estilo de los sucesores de la llamada derecha heredada de tiempos del Generalísimo. Porque no lo dudemos, aquello no era ni es extrema derecha: Es derecha civilizada, pacífica y... ahí va: ¡patriótica!

Con lo dicho, me arriesgo a que me llamen "facha" pero tengo muchos años y me ha tocado vivir, ver y oir mucho, entre otras cosas, a quién se llama hoy "facha" y a quién se llama hoy "progre" a las primeras de cambio, dentro de la actual orquestación o ceremonia del engaño y de la inversión de valores.

Ahora, desgraciadamente para el dr. Sánchez esta decisión tantas veces citada, está produciendo un efecto boomerang ya en viaje de vuelta de su recorrido, con el consiguiente peligro que esto encierra para sus intereses.

Por otra parte el generalísimo Franco se está convirtiendo en un nuevo Cid que gana batallas después de muerto y también en otra versión de Tutankhamón y su tumba maldita, un Frankhamón como algún periodista lo ha calificado.

Desde luego, no es bueno perturbar el sueño de los muertos.

Lo más encomiable y conveniente es respetar ese sueño y dejarlos descansar en paz.

Francisco Alonso-Graña del Valle