Martes, 23 de abril de 2024

la miopia estrategica y el buenismo causan efectos negativos

Las sanciones arruinan indirectamente el tratamiento contra el cáncer para cientos de niños de Siria

Seis años de conflicto han dejado en ruinas el sistema sanitario del país, donde menos de la mitad de los hospitales funcionan a pleno rendimiento y la esperanza de vida se ha derrumbado en proporción inversa al número de muertes durante el embarazo y el parto.

En este escenario, el acceso a medicamentos extranjeros es casi imposible y los efectos se sienten en lugares como el Hospital Infantil de Damasco, donde padres como Naim Der Musa son testigos impotentes del cáncer que aqueja a su hija Waad, de 10 años. "Primero se lo detectaron en el hígado, y ahora se ha extendido a sus pulmones", lamenta.

GASTOS PROHIBITIVOS

Aunque el conflicto armado es, por supuesto, el motivo principal de la restricción a los anticancerígenos, las sanciones y los efectos económicos indirectos han jugado su triste papel a la hora de convertir a los antaño excelentes servicios médicos sirios en una sombra de lo que fueron.

Antes de la guerra, Siria producía el 90 por ciento de sus propios medicamentos, pero requería de la importación para obtener las soluciones que requería el tratamiento contra el cáncer -- fundamentalmente, quimioterapia --, y tanto el desplome de la libra siria como la ausencia de dinero en efectivo, sumados a las sanciones "ha afectado negativamente la obtención de estas medicinas", en palabras de la representante de la OMS en Siria, Elizabeth Hoff.

Las sanciones, a grandes rasgos, impiden el flujo de capital hacia el extranjero de las instituciones sirias e impide el trato directo de compañías internacionales con las autoridades de Damasco en un buen número de casos. En el resto, estas compañías prefieren evitar todo contacto con las autoridades sirias por miedo a incurrir involuntariamente en un castigo.

ZONA GRIS

Se trata pues de una situación que cae en una zona gris donde tanto el Departamento de Estado de EEUU como la Unión Europea se han lavado las manos al aseverar, con razón desde un punto de vista técnico, no tanta desde el humanitario, que en ningún momento se ha ordenado el corte de suministros médicos al país árabe.

"Las sanciones de la UE", ha reiterado una portavoz del bloque europeo, "no tienen aplicación ni sobre la población civil ni sobre sectores estratégicos como el de la alimentación o el sanitario".

Lo que sí reconoció la portavoz es el temor reinante entre las compañías internacionales a hacer negocios con el Gobierno sirio por muchos más factores al margen de las sanciones: "seguridad, reputación, políticas contra el lavado de dinero, la amenaza de grupos yihadistas y las razones comerciales de toda la vida", ha indicado.

ESCASEZ CRÍTICA MÁS ALLÁ DEL CÁNCER

Las restricciones no solo afectan a los anticancerígenos, sino que se exienden a multitud de medicamentos, desde antibióticos específicos para cuidados intensivos hasta vacunas, pasando por sueros y fluidos intravenosos, según Hoff, mientras la demanda se incrementa exponencialmente año tras año.

Por poner algunos ejemplos, la esperanza de vida ha registrado un descenso significativo: de los 72 y 75 años para hombres y mujeres, respectivamente, en 2009, pasamos a los 60 y 70 en 2014.

Una expectativa reducida en un país donde solo permanecen completamente operativos un 44 por ciento de los hospitales y donde ya no hay ni dos médicos por cada 1.000 habitantes, menos de la mitad de los que emplean países vecinos como Jordania o Líbano.

Todo ello se condensa en el Hospital Infantil damasceno, que acoge cada semana a 200 niños, un 70 por ciento de los cuales llegan desde fuera de la provincia, según su director, Maher Hadad, quien estima que las medicinas que necesitan los pequeños tardan del orden de entre 15 y 20 días más del tiempo máximo establecido para generar en ellos una correcta respuesta al tratamiento.

Haddad quiere hacer especial hincapié en la situación que atraviesa la farmacéutica estatal siria, Pharmex, que ahora solo puede proporcionar entre un 5 y un 10 por ciento de las medicinas contra el cáncer. "Pharmex solía importar el 'stock' que necesitaban los hospitales pero ahora mismo está agotada muy en buena parte, creo yo, a consecuencia de las sanciones", ha indicado.

Ahora la ayuda directa depende de organizaciones caritativas de carácter privado, como Basma, cuya directora ejecutiva, Rima Salem, ha concedido que su grupo se encarga ahora de la asistencia a casi el 80 por ciento de los pacientes del hospital.

La cooperante considera en este sentido extremadamente preocupante el retraso de la llegada de los medicamentos. "Un niño con cáncer podría morir mientras espera su turno para recibir tratamiento", ha lamentado.


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