Cada día es más evidente el desarrollo de un proyecto de ingeniería social en nuestra España; el gobierno socialista lo impulsa y la oposición lo aplaude hasta con las orejas, convirtiendo la política en el arte de lo ridículo, llegando a la astracanada en esta bendita tierra asturiana.      

    Lo de la oposición en Asturias es de nota o de antología del disparate. Si el partido que gobierna es necio, las fuerzas de oposición lo superan ampliamente, convirtiendo la política en el activo de una sociedad de gananciales, al “matrimonio por el patrimonio” de nuestra clase política.    

      Triste destino el de las restauraciones monárquicas en España, aquella institución de la que un brillante compañero afirmó, que  había quedado sin sustancia desprendiéndose como una cáscara muerta del mismo modo que el Sistema, perdida la sustancia, ya ni siquiera es una forma. Por cierto, los “renovadores” del centro descentrado, acuden a las ideas reformistas e intentan enlazar con los ideales políticos de otro compañero, defensor del anteriormente citado y que como su defendido, fue asesinado por las hordas de las que descienden, ignoramos si por vía legítima, natural o adulterina los condecorados miembros del cutre Establishment  que padecemos.     

     Hoy, falta la sal, falta el corazón y también la razón, por el contrario, existe lo primario, quedando todo fin político reducido a proteger los estómagos, en la mayoría de los casos agradecido, como queda patente en la confección de las listas de candidatos. En  realidad sociológicamente, debido al entramado económico, financiero y político, estamos ante una “élite” que busca un Jefe que garantice la honrada paz del establo en el que sus componentes, vivieron hasta ahora, como los gallos de Wyoming en versión de Principado republicano, en el que faltan hadas y sobran golfos.    

      Es evidente que no existen lobitos buenos, más bien luchas de familia para repartirse el botín al más puro estilo pirata, en una región dispuesta a cantar “Giovinezza”, pues ya sabemos que el Jefe al igual que antaño “el Duce”, no se equivoca nunca, estando además tras treinta años, acostumbrados a escucharla con los arreglos y coros sindicales.      

    Ya lo saben, como aves precursoras de la primavera, en Asturias aparecen las violeteras, que intentan vender una y mil veces las mismas flores marchitas a juego con la baja cama en la que se ha convertido la política en esta tierra, siempre a los ordenes del siniestro círculo negro astur, ese que ha encarcelado la libertad, la justicia y la dignidad durante más de treinta años.       

 Y hablando del círculo negro astur, recordamos aquello de Santa Gadea, aunque no existe Alférez Mayor y si como mucho, Síndico, cuya sindicatura parece emular la casa de la Troya, entonando “Clavelitos”  por el Campo de San Francisco. Eso sí, sin contabilizarlo en el balance, intentando hacer bueno lo del educadísimo Sr. De Castro: “ex juez de Órdenes y  a las de usted”, pues en definitiva, aquí en Asturias todo es a la orden, hasta el día que explote el soufflé.