Sabado, 23 de noviembre de 2024
Solamente con políticas liberales, y no con las colectivistas, se podrá paliar el hambre en el mundo.
Los antiglobalizadores
La globalización, también denominada mundialización, podemos definirla como la extensión a todos los habitantes de la Tierra de un proceso humano, bien sea social, económico, político, cultural, etc. Ejemplos de globalización, aunque parciales, fueron la españolización de América y, si se quiere, la romanización de Europa. Ambos procesos, obviamente, tardaron siglos en extenderse y asentarse. Es evidente que si tales acontecimientos hubiesen ocurrido en la actualidad, tardaría muchísimo menos en realizarse. Las razones son claras porque:
Primero.- El mundo mediático, con sus técnicas de comunicación, permite a cualquier habitante del mundo conocer en tiempo real, no solamente cualquier noticia, sino cualquier idea. Como ejemplos de esto podemos poner los siguientes: Isabel la Católica tardó cinco meses qué había sido del viaje de Colón. La noticia del asesinato de Lincoln no se recibió en Europa hasta pasados quince días. La Humanidad tardó un segundo y pico en saber que Armstrong había pisado la Luna.
Segundo.- La invención de cualquier aparato del que pueda beneficiarse la gente (ordenadores, teléfonos móviles, máquinas, etc) encuentran rápidamente aceptación e inmediatamente aparecen personas interesadas en comprarlos o fabricarlos en cualquier parte del mundo. Un invento o descubrimiento (físico, químico, biológico, etc) llega a las antípodas casi instantáneamente.
Tercero.- La información global a todos los individuos, no cabe duda de que es un bien innegable, a no ser que dicha información se use como medio de propaganda política, como en los antiguos países comunistas, en donde las personas sólo adquirían los conocimientos que estaban programados porque sus mentes sufrían la manipulación colectiva gramsciana que les impedía el pluralismo informativo y conocimiento de la verdad.
Una vez visto lo anterior, parece lógico pensar que, si lo mismo que se intercambian noticias, inventos, información, etc, se dejasen circular libremente mercancías y productos, especialmente agrícolas, todo el mundo se beneficiaría, principalmente los países pobres.
Pero, claro, los activistas antiglobalizadores no lo ven así. No se dan cuenta, por ejemplo, que los subsidios que reciben los agricultores en los países industrializados (unos 300.000 millones de euros) obstaculizan el desarrollo de los países pobres.
También proponen estos activistas que los millones de personas que no tienen gasolina o electricidad, por ejemplo, les sean proporcionadas por fuentes energéticas no contaminantes, como generadores, solares, molinos eólicos, etc. ¿No se dan cuenta de que estas fuentes de energía son más caras?.
Después dicen estos señores que la pobreza existe en el mundo porque los EE.UU. ¡cómo no! han saqueado y expoliado los recursos de los países pobres. Dicen de forma dogmática y axiomática que el comercio está beneficiando al mundo desarrollado a expensas del mundo no desarrollado.
Los antiglobalizadores tampoco se dan cuenta, o no quieren enterarse, de que con su actitud están haciendo el caldo gordo a la UE, EE.UU., Canadá y Japón que, con sus políticas de protección y subsidio a sus respectivos agricultores (lo que determina que los precios de los productos agrícolas sean artificialmente bajos), están impidiendo a los países pobres que entren en los mercados. En una palabra: por culpa de los subsidios, del proteccionismo, de las subvenciones y la carencia de libertad de comercio, están muriendo millones de personas al año. Países como China, India, Brasil, etc, están pidiendo constantemente a la OMS que obligue a los países desarrollados a suprimir o rebajar sus subsidios y aranceles a los productos agrícolas. En un informe de la UE intitulado “Las barreras comerciales de la Unión Europea son mortales”, se dice que “una persona muere cada 13 segundos en el mundo porque Europa no hace lo que dice con respecto al intercambio comercial”. El dato es escalofriante. Sin embargo, no parece importar mucho porque con la llamada Política Común Agrícola, se siguen manteniendo los subsidios agrícolas por un importe de 40.000 millones de euros al año, que vienen a suponer unos 13.000 euros agricultor/año.
Los subsidios también provocan enormes cantidades de excedentes agrícolas, que los europeos colocan en el mercado internacional a precios desleales impidiendo, lógicamente, a los países pobres competir con sus productos.
La consecuencia que se saca de todo esto es obvia: si se subsidia un producto agrícola y a la vez se fija un elevado arancel para impedir la entrada del mismo producto más barato de un país pobre, se estará ahogando a este país.
Para terminar diremos que el hambre existe en el mundo por la carencia de libre comercio, de la propiedad y del Estado de derecho. Si faltan estas tres componentes, el campesino carecerá de motivación para cultivar la tierra; no tendrá libertad para vender sus productos y no podrá competir con las economías subsidiadas de la UE, EE.UU., Japón y Canadá.
Solamente con políticas liberales, y no con las colectivistas, se podrá paliar el hambre en el mundo. Como datos daremos los siguientes: en Corea del Norte murieron de hambre dos millones de personas en los últimos diez años. En la época de Stalin, murieron de hambre 30 millones en Ukrania con motivo de la expropiación estatal de las fincas privadas. En los años 80, en Etiopía también murieron de hambre infinidad de personas por las políticas marxistas-leninistas del gobierno. Lo mismo ha ocurrido en Zimbabwe.
Los antiglobalizadores con sus denuncias y sloganes contra los países ricos, a los que acusan de proteccionismo, de frenar o impedir la exportación de productos agrícolas de los países pobres, se están convirtiendo en los principales valedores del libre mercado.
No obstante, parece que el asunto de la globalización en estos momentos está un poco “parado”. La cosa es según convenga al equipo del Morrongo Circunflejo. Es más rentable hablar de Iraq y de la alianza de civilizaciones. Da la sensación de que el tema de la pobreza y el hambre no importan nada. Sino que se lo pregunten al “pueblo soberano” que sólo se preocupa de la trama del culebrón diario y de fútbol, mucho fútbol.
Columnistas
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