Al final, tenía razón José Antonio, cuando afirmaba en tiempos republicanos, que de las elecciones no saldría aquella  España que querían los españoles, nuestra España, la de todos. En la actualidad como en el período republicano, millones de españoles siguen el consejo del abogado y pensador español, votan lo que les parece menos malo.    

      Me imagino que la cita de José Antonio  no estará prohibida por la vergüenza de la ley de la memoria histórica, bueno si lo está me trae al pairo, por no utilizar otra expresión coloquial de las habituales en las llamadas comarcas mineras, bueno lo de mineras al día de hoy debe de ser por las profundas excavaciones político, sindicales y empresariales en el negro pozo de los fondos mineros,  al fin y al cabo sólo son los ingresos no contabilizados de una sociedad comanditaria, en la que los españoles, en este caso los asturianos respondemos ilimitadamente con nuestros bienes y derechos, y los políticos tienen una responsabilidad limitada y muy bien retribuida, ahora bien, el capital lo aportamos los asturianos y todos los españoles, ya que es costumbre hecha ley de que todos los gobiernos socialicen la pérdidas, colocan el Estado en  “déficit” con el objetivo de pagar a sus “amiguetes”, deudos y familiares diversos y nos suben los impuestos a los españoles para tapar el desfase económico y en algunos casos sus vergüenzas.       

   Hoy, mi pueblo es una olla a presión a punto de explotar, mientras se afirma por los responsables políticos de que miles y miles de millones de las antiguas pesetas tuvieron estación de destino en nuestra ciudad, la tasa de paro supera el 60% de la población activa,  el índice de pobreza es inaguantable y repudia el mínimo sentido de justicia. Mientras, a pesar del pacto de silencio los ciudadanos van conociendo el destino de los dineros públicos; ya lo decía Jardiel, junto al lujo el mal olor, el mal olor de un Sistema, que en sus últimas horas, persigue con saña y odio a las personas que durante años se han opuesto al latrocinio, confundiendo la lealtad institucional con la desviación de poder y en su desesperación con ilícitos bien tipificados.         

          Ya que hablamos del pensador español, les recomiendo la reseña del mismo al libro “Nuevos hechos, nuevo derecho de sociedades anónimas” de D. Joaquín Garrigues. La anónima por acciones fue  instrumento del Estado y de la monarquía absoluta  en su nacimiento, que con la penetración de los principios de la Revolución francesa, llegaron a ser gobernadas democráticamente, ya lo saben “un accionista, un voto”. Lo malo de todo ello, es que la mayoría no se obtiene   por el número de personas o socios, sino gracias a la mayoría del capital representado, que en muchos casos la tiene el consejo de administración, que a las órdenes de algún oscuro fondo de inversión sin patria ni Dios, maneja las acciones a través de los operadores financieros, es decir la banca o lo que es lo mismo los bancos centrales, por lo que es de concluir que la mayoría la tiene el gobierno, y en las mejores épocas los accionistas lo único que recibían era una cajita de bombones de alguna conocida marca, propiedad por supuesto  del grupo bancario.     

     En la actualidad, nada ha cambiado, ni en las finanzas ni en la política, solamente se amplían los escenarios, ya no son los bancos centrales nacionales, es el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional,  pues los burócratas que los manejan son como los antiguos consejos de administración, pero eso sí a lo bestia. Nosotros votamos, claro está “un hombre, un voto”, pero los que mandan, no son los diputados elegidos, sino los miembros de ese nebuloso consejo de administración que maneja las finanzas de los citados organismos internacionales, vamos los que tienen la mayoría del capital social, aunque como en este caso el dinero sea virtual y encima es de todos los ciudadanos.      

   Está claro, esa corrosión de los principios, como decía el pensador español: “será bastante para acabar de disolver, si no se revisan resueltamente, patrias e imperios”. Tiene razón el conocido  financiero “hay que echarles una culpa muy grande a los políticos” de la actual crisis, sobre todo por una cosa, por elegir el camino de la servidumbre y retroceder en el tiempo a los modelos financieros, fiscales y sociales de las peores épocas del Antiguo Régimen.  

       No es la hora de elecciones, es la hora de la acusación popular, al fín y al cabo la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey, que por cierto ve en peligro el derecho de defensa.