Sabado, 23 de noviembre de 2024
Dsitintas varas de medir
Los sin nombre
Se llamaba Aylan y a todos nos conmocionaron, como no podía ser de otra forma, las imágenes ampliamente difundidas en todos los medios, sobre la muerte sin sentido de este niño sirio, al que sus padres, huyendo de la barbarie, pretendían llevar a un mundo que se supone mas justo y cuyas fronteras prácticamente ya había cruzado. Su cuerpo inerme sobre la playa y las lágrimas del padre ante la muerte del hijo, movieron todas las conciencias de nuestro mundo aparentemente tan civilizado. La desgracia y el dolor protagonizado por inocentes, particularmente por niños, resultan terroríficamente fotogénicos. Tenemos un umbral de percepción tan mediático como mediatizado, un criterio muy utilitarista, una sensibilidad muy selectiva y una memoria muy acomodaticia.
Otros niños podrían haberse llamado Hugo, Lucía, Valeria, Quique, Martina, Keylan, Jeniffer, Adrián, Ainoa, Víctor Manuel o Lolita, y sus muertes, silenciadas e ignoradas en todos los medios de comunicación, nos permiten permanecer impasibles y ajenos a sus despiadados y cruel destino. En estos otros casos no hay imágenes de cuerpos de criaturas ahogadas, troceadas, trituradas, que puedan ser incómodas para este nuestro mundo civilizado que decide cuando una muerte es derecho defendible y cuando un escándalo intolerable. Esos otros seres, apenas con unos meses menos que los muertos en el seno marino, han perecido en el seno materno y, al igual que estos, pretendían cruzar una frontera natural que se les ha cerrado. A la que, al parecer, no tenían derecho. Pero esta vez la mano ejecutora ha sido la de sus propios progenitores. Esta vez no vemos las lágrimas del padre por la muerte del hijo, porque la ejecución fue orden suya, o dejó a la deriva el naufragio de madre e hijo o simplemente no se enteró de que estaba poniendo irresponsablemente a un hijo suyo en peligro de muerte.
Para este mundo civilizado, esos miles de muertes calladas, ocultadas al análisis y al debate "humanitario" no son tales, ya que estos niños nonatos no son sujetos de derecho, no tiene los papeles que les otorgan en cuanto llegan a la frontera deseada, no tienen nombre, no son objeto del regocijo universal, que paradójicamente, merecerían desde todos los telediarios si fueran rescatados milagrosamente en el último minuto de una cloaca, de un basurero o de una incineradora.
¿Cuántos de estos niños, de entre las decenas de miles que, anualmente y en nuestra solidaria nación, no llegan a traspasar la frontera del útero materno, cuántos podrían salvarse si esta sociedad, tan selectivamente sensiblera como selectivamente cruel, otorgara a sus padres las mismas ayudas que parecen dispuestas a ofrecer desde familias, parroquias, municipios y sindicatos, a los que traspasan las fronteras geográficas huyendo de la muerte? ¿Cuántos de los primeros podrían sobrevivir, sin problemas de integración en culturas ajenas, sin el trauma de refugiados y de cupos políticamente correctos si se mostrara con sus familias la misma solidaridad que se muestra con los segundos?
No trato de contraponer demagógicamente, simplemente trato de homologar sin cinismo y sin hipocresía.
Columnistas
La subida global de temperaturas y la conveniencia de ir sustituyendo las fuentes de energía tradicionales (gas, petróleo y carbón) por otras más sostenibles es un tema de permanente actualidad tanto en los medios de comunicación como en la política. Frente a la versión aplastantemente mayoritaria del problema y sus soluciones, el ciudadano atento y bien informando acaba descubriendo algunos problemas a los que no se les presta demasiada atención. En este artículo se presentarán algunos de ellos
Por Francisco Javier Garcia AlonsoLeer columna
La propuesta que más influyó para atraer el voto de muchos europeos hacia las nuevas derechas es el rechazo a las políticas que facilitan la inmigración incontrolada, pues están convencidos de que aumenta la delincuencia y favorece la islamización de Europa
Por Angel Jiménez LacaveLeer columna
La alternativa a la "justicia social" no es un escenario de pobres muriéndose en las aceras por falta de recursos para pagarse un hospital. La alternativa sería una sociedad en la que, con una presión fiscal que fuese muy inferior a la actual, la gran mayoría de la gente se las arreglase muy bien por sí misma, sin depender de papá Estado. Publicado en el centro Covarrubias
Por Francisco J Contreras Leer columna
Este hombre de 82 años ha hecho más daño al sanchismo en dos meses que Feijóo y sus diputados en esta legislatura
Por Rafael Sánchez SausLeer columna
En su libro “Agenda 2033, nueva y eterna”, Eduardo Granados presenta una propuesta para que pongamos nuestra mirada en 2033, fecha en la que se cumplen dos mil años de la Redención. En 2033 confluyen las celebraciones del bimilenario de la institución de la Eucaristía, de la muerte y resurrección de Cristo y del nacimiento de la Iglesia. En esta entrevista el autor nos da las claves de esta original propuesta.
Por Teodoreto de Samos Leer columna
Detrás de tanta normativa milimétrica se agazapa una desconfianza descomunal en la gestión privada, que actúa como un implícito reproche moral. Publicado en El Debate
Por Enrique García MáiquezLeer columna
Occidente no perdió el rumbo en 1776, sino en 1917 y 1968.
Por Francisco J Contreras Leer columna
Sólo el advenimiento de los Reyes Católicos, y el resultado de su prodigiosa obra, pudo superar, andando el tiempo, esa primacía en la memoria de los castellanos. Pero para ello hubieron de pasar casi doscientos cincuenta años Publicado en El Debate
Por Rafael Sánchez SausLeer columna
Cabe resaltar aquí lo afirmado por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional: "En definitiva, da igual el explosivo que se utilizara, lo cierto es que todas las pruebas apuntan a que estos personajes fueron los que cometieron ese atentado y la trama asturiana proporcionó los explosivos" (sic).
Por Ana María Velasco Plaza Leer columna
El papel rector de la Comisión Europea —que concentra todo el poder ejecutivo y gran parte del legislativo de la UE, pero no responde ni ante los Gobiernos nacionales, ni ante los ciudadanos europeos ni ante el Parlamento Europeo— es el principal instrumento de ese proceso de supranacionalización Publicado previamente en LA GACETA
Por Francisco J Contreras Leer columna