Fui invitado a acudir a una conferencia de Mario Conde, que yo, despistado, creía restringida y discreta, en el Centro Asturiano. Aunque fuesen contadas las invitaciones para los no socios, se bastaban los asistentes miembros de ese importante club social para abarrotar la sala, dejando fuera a todos los que llegábamos simplemente puntuales. Estaban también muchos antiguos o actuales empleados de Banesto. Así que,  a la española, nos pasamos por el bar un ciento de concurrentes, teniendo que conformarnos con lo que luego nos contaran o leyésemos en prensa.

  Después de lo metafórico y lo anecdótico, lo obligado es pasar al personaje, aunque de sobra conocido, y a su contenido. Conde es hijo de funcionario de aduanas y de Tuy, igual que Calvo-Sotelo. Número 1 de abogados del Estado, cuerpo tradicional como cantera de élite para otros dispares destinos, pasó rápido al sector privado, y del sector farmacéutico al bancario, donde fue algo así como la estrella ascendente en tiempos de Felipe González, el tiburón que se lo comía todo. Por aquel entonces era una estrella mediática que rebasa con mucho a los banqueros que lo eran por derecho de familia. Recuerdo que mi primer trabajo fue en un banco, por suerte para él y para mi pasé pronto a las letras, pero no de cambio, y los amigos te llamaban “Mario Conde” como broma y arquetipo, igual que se era Errol Flynn si en los juegos se cruzaban espadas de madera. Era además un apuesto ejecutivo, elegante, con brillantina, un poco chuleta, al que coqueteaban políticos, medios de comunicación, yates y reyes. Se daba por seguro que habría de ser presidente en el futuro, lo del partido, ya se arreglaría.  

 La vida da muchas vueltas. Y los planes de las oligarquías usan y desusan no sólo a los peones si no a los alfiles, contrarios y propios. Tocó desgracia. Dice un proverbio turco “no cuentes a tus amigos en la riqueza, si no en la cárcel”. Y se cumplió. Los hijos ven al padre en prisión y en viudedad, más por los disgustos que por la enfermedad. Y unos amores nacidos en la playa América son de los que duran toda la vida. Eso destrozaría al más tarzán. Pero Mario ha salido entero. El diría “con los pies en la tierra”. 

 Recordaremos aquello del “oro, incienso y mirra”. El incienso corresponde a la divinidad, y el oro a la realeza. La mirra es una especie de aceite, aunque procede de la resina, no de la tierra como el que cultiva en Sevilla Mario, dice en relación de la simple y moral condición humana. Y muy humano se está mostrando Conde en sus intervenciones televisivas y en sus libros. Desde “el Gato al agua” de Intereconomía, uno de cuyos programas queda prometido se haga en Oviedo, con la imagen adecuada a un “pensador para la sociedad”, pero “el que tuvo, retuvo”, y con unas raras gafas elásticas que no hemos visto a nadie antes, reparte incisivos comentarios, y analiza con perspectiva en su justa distancia.  

 Finalizada la conferencia, en la noche primaveral, la vida siempre anuncia y espera la proclamación de una nueva primavera,  con Oviedo a los pies del Sagrado Corazón, un viejo amigo, superviviente igual que el conferenciante, de una atroz “caza judicial” emprendida por el Establishment,  educado en la más estricta puntualidad o como él dice, aquello de “mitad monje, mitad soldado”, que había estado de principio a fin en la charla de Mario, me recordaba aquellas charlas de “La Ballena Alegre”, lejanas en el tiempo y adelantadas al futuro,  e incluso aquella presentación de la pequeña obrita de D. Joaquín Garrigues “Nuevos hechos, nuevo derecho de sociedades anónimas”, en donde un Pensador para un pueblo, había dicho hace muchas décadas, referido a ese capitalismo financiero o especulativo y a la deformación que ya entonces se pretendía del derecho societario, que continuar en esa deformación será bastante para disolver “patrias e imperios”.  

 Hoy, es la hora de la sociedad civil, que aunando lo personal con lo colectivo, comienza a escribir las primeras letras de lo que será historia en el próximo futuro.    

  Los días de gloria pasan. El Sistema quiere enterrar cualquier atisbo de esperanza, de futuro,  pero parece que el conferenciante y autor, quiere hacer buenos aquellos versos de Kipling: “si la obra de tu vida puedes ver destrozada y sin decir palabra, volverla a comenzar”.

Versos de los que tiene que tomar nota una sociedad que se derrumba, una sociedad civil que tiene que empezar a escribir los primeros versos de una España en marcha, tomando conciencia de su propia fuerza y valor. Entramos en época electoral, la victoria en las urnas puede ser para unos o para otros, pero la victoria electoral va a ser inútil y su ineficacia resultará de la misma existencia del Establishment.  

Sus libros son de diversos temas. Conde salió con un aliento espiritual que le debió reconfortar en su “nueva vida.”. Hay posos de Boecio y Séneca en su estoica actitud. Hay influencias espiritualidad oriental, que me declaro indocto para juzgar, y otras, también confesas, cristianas. Una reflexión siempre interesante desde la humildad, y desde el conocimiento de los entresijos de lo que él llama, con un alcance algo más restringido que como se hace desde planteamientos más radicales o revolucionarios, “el sistema”, y que yo llamaría, “El Establishment”, como Rodrigo Royo. Siempre interesante Mario Conde.  

    Bibliografía de CONDE, Mario. Diversos precios, entre 10 y 26 euros. La ed. MR pertenece al Grupo Planeta. Dignidad Digital es independiente de este u otros grupos, siendo nuestra recomendación un juicio libre, y el enlace proporcionado, supletorio por defecto al librero de cabecera que cada uno debiera tener.

http://www.casadellibro.com/libros/conde-mario/conde32mario

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