Una vez más, en nuestro pequeño mundo, haciendo bueno aquello de “el alma es de Dios; los cuerpos, de la tierra”, los dirigentes del Sistema y las legiones interesadas que lo apoyan, siguen con las maniobras contra las personas que por su valía personal, sacrificio, firmeza de principios y adornados de virtudes, no doblan su cabeza ante el becerro de oro.    

      El Establishment da la orden, y los de siempre, los que llevan centurias destruyendo España y a todo lo español, convierten nuestros pueblos y ciudades en el reino del cotilleo, de la murmuración, de la mentira, todo vale, todo es lícito, con tal de desprestigiar a quien se opone, con fuertes convicciones amparadas en la razón y la justicia, a los nuevos mandarines del poder, el objetivo final no es otro, que el de decretar la muerte civil del que no dobla las rodillas ante el Régimen.

         Ya están todos en pista, los social y políticamente correctos, los rábulas que pululan  por la justicia, los “progres” que cobran su soldada del Estado, los “intelectuales” y “sabios” que tanto abundan en nuestra tierra, y que sólo son unos pobres papanatas amén de pedantes,  los que de “camisa vieja” pasaron a “chaqueta nueva”, los siempre atentos a estar al sol que más calienta, los teloneros de conciertos infumables y los envenenados que no admiten su propia pequeñez. Todos murmurando, calumniando, injuriando, atronando a favor de la mentira y condenando, sin defensa y sin juicio, a las personas que se enfrentan al poder despótico que padecemos.

         Han convertido nuestra España, en una inmensa verdulería, donde todo se compra y vende al mejor postor, donde la lealtad no existe y la razón depende de que llueva o haga sol, eso sí, respetando la orden dada en oscuros círculos de poder. Aquí el pagaré es a la orden, como hemos visto en Gijón, cobran y nombran hijo predilecto al genocida de Paracuellos y si hace falta, fusilan otra vez a nuestros mártires, como hicieron en mi pueblo con S. Inocencio de la Inmaculada. Triste destino de una ciudad que eleva al callejero a los asesinos, y silencia a sus Santos, tan negro como el carbón que vendieron por un plato de lentejas a cambio de la pobreza y el paro de sus hijos.  

        Estamos bajo fuego amigo, los engolados dirigentes que pretenden nuestro voto, disparan sobre nosotros y no precisamente con balas de fogueo, sino a discreción sobre los mejores, a los que se les condena sin juicio, en una verdadera campaña de desinformación destinada a la eliminación de los que, sin miedo al poder, proclaman un camino transcendente para los españoles en la mayor campaña en la que uno puede participar: la libertad del hombre para salvarse.

          Y, los peores, esos “sabios” que en nuestra Patria, pululan como setas en otoño, solidarios siempre con el poder y con el oro de dudosa procedencia, enamorados de sí mismos,  respetuosos con sus “amos”, fríos y soberbios con el resto de los ciudadanos. Esos “sabios” al servicio de la mentira, callados como muertos durante estos años ante los terribles abusos del poder, y que ahora a coro participan en el linchamiento de las personas que denuncian la situación y ofrecen alternativas de futuro. Ésos que olvidan que el conocimiento de la verdad, está reservado a los humildes.  

       Miedo, el Sistema tiene miedo, sus mandos y tropa nos temen y por eso, está funcionando el ventilador de la mentira. Ellos, que vivían en su mundo de lujo, tranquilos, dentro del orden que garantizaba su vileza, sabían la verdad, eran conscientes de que el aborto es un crimen, de que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, de que la familia es el núcleo fundamental del hombre y de la sociedad, de que la moral es eterna y permanente a todas las épocas, de que el trabajo y el ahorro son fundamentales para el desarrollo de una sociedad justa, de que las minas se iban a cerrar, en definitiva sabían que lo que estaban haciendo estaba mal y era la destrucción de los españoles y de nuestra Patria, pero vivían tranquilos porque nadie lo había dicho públicamente, ahora muchos españoles con sus obras y su denuncia pública, han hecho que tengan que reconocer la verdad de la situación, la verdad de sus actos, por eso el Sistema tiene miedo y los “muertos” que certifica, gozan de buena salud.