Miercoles, 17 de abril de 2024
Consecuencias
No lo metas en casa
Como sucede con todo tabú en cualquier sociedad, hay también en la nuestra una especie de amplio acuerdo para no abordar nunca las verdaderas causas de ciertos conflictos y problemas que, sin embargo, sentimos ir creciendo bajo nuestros pies como hierba venenosa. En Occidente, tras un par de siglos de represión sexual más propiamente burguesa y puritana que religiosa -épocas mucho más religiosas fueron mucho más tolerantes en este aspecto-, todo lo que pueda parecer una amenaza a esa concreta libertad genera una reacción visceral que impide abordar cuestiones del más profundo calado. Un ejemplo muy nítido, aunque no el único como veremos, se ofrece en el debate sobre el aborto: sólo la percepción del embarazo y la maternidad como una limitación inaceptable de la libertad sexual lleva a la defensa de posiciones directamente criminales, ya que no es posible negar la condición humana del feto. En otro orden de cosas, en estos días ha levantado polvareda la ecuación establecida por Juan Manuel de Prada en Abc entre el auge actual de la pornografía y la eclosión de un delito de tanta gravedad y que suscita tanta condena como es la pedofilia, algo de puro sentido común cuando se sabe cómo se inician en su repugnante vicio la mayoría o casi totalidad de los que deciden luego ir más allá de lo virtual. Pero la simple posibilidad de que pueda llegar a establecerse algún tipo de filtro o control sobre la pornografía, asociada de forma muy primaria pero eficaz a ese hiperbién que es la libertad sexual, suscita una reacción que, en definitiva, logra hurtar una clave esencial para el combate del problema.
El mismo género de reservas opera sobre otra lacra que, poco a poco, vemos convertirse en plaga de nuestra sorda y ciega pero férreamente sexualizada sociedad: la agresión, con resultado cada vez más frecuente de muerte, hacia los niños habidos en una relación anterior por parte de la nueva pareja, generalmente, de la madre. Se trata de episodios de violencia brutal sobre criaturas indefensas, el último en Sevilla, que escandalizan durante unos días pero cuyo eco se apaga inmediatamente ante el principio de la sacrosanta libertad para meter cada uno en su cama a quien le dé la gana sin ningún tipo de responsabilidad sobre consecuencias a veces demasiado previsibles. ¿De veras se cree que ante todo esto sólo cabe la resignación?
Como sucede con todo tabú en cualquier sociedad, hay también en la nuestra una especie de amplio acuerdo para no abordar nunca las verdaderas causas de ciertos conflictos y problemas que, sin embargo, sentimos ir creciendo bajo nuestros pies como hierba venenosa. En Occidente, tras un par de siglos de represión sexual más propiamente burguesa y puritana que religiosa -épocas mucho más religiosas fueron mucho más tolerantes en este aspecto-, todo lo que pueda parecer una amenaza a esa concreta libertad genera una reacción visceral que impide abordar cuestiones del más profundo calado. Un ejemplo muy nítido, aunque no el único como veremos, se ofrece en el debate sobre el aborto: sólo la percepción del embarazo y la maternidad como una limitación inaceptable de la libertad sexual lleva a la defensa de posiciones directamente criminales, ya que no es posible negar la condición humana del feto. En otro orden de cosas, en estos días ha levantado polvareda la ecuación establecida por Juan Manuel de Prada en Abc entre el auge actual de la pornografía y la eclosión de un delito de tanta gravedad y que suscita tanta condena como es la pedofilia, algo de puro sentido común cuando se sabe cómo se inician en su repugnante vicio la mayoría o casi totalidad de los que deciden luego ir más allá de lo virtual. Pero la simple posibilidad de que pueda llegar a establecerse algún tipo de filtro o control sobre la pornografía, asociada de forma muy primaria pero eficaz a ese hiperbién que es la libertad sexual, suscita una reacción que, en definitiva, logra hurtar una clave esencial para el combate del problema.
El mismo género de reservas opera sobre otra lacra que, poco a poco, vemos convertirse en plaga de nuestra sorda y ciega pero férreamente sexualizada sociedad: la agresión, con resultado cada vez más frecuente de muerte, hacia los niños habidos en una relación anterior por parte de la nueva pareja, generalmente, de la madre. Se trata de episodios de violencia brutal sobre criaturas indefensas, el último en Sevilla, que escandalizan durante unos días pero cuyo eco se apaga inmediatamente ante el principio de la sacrosanta libertad para meter cada uno en su cama a quien le dé la gana sin ningún tipo de responsabilidad sobre consecuencias a veces demasiado previsibles. ¿De veras se cree que ante todo esto sólo cabe la resignación?
Columnistas
Occidente no perdió el rumbo en 1776, sino en 1917 y 1968.
Por Francisco J Contreras Leer columna
Sólo el advenimiento de los Reyes Católicos, y el resultado de su prodigiosa obra, pudo superar, andando el tiempo, esa primacía en la memoria de los castellanos. Pero para ello hubieron de pasar casi doscientos cincuenta años Publicado en El Debate
Por Rafael Sánchez SausLeer columna
Cabe resaltar aquí lo afirmado por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional: "En definitiva, da igual el explosivo que se utilizara, lo cierto es que todas las pruebas apuntan a que estos personajes fueron los que cometieron ese atentado y la trama asturiana proporcionó los explosivos" (sic).
Por Ana María Velasco Plaza Leer columna
El papel rector de la Comisión Europea —que concentra todo el poder ejecutivo y gran parte del legislativo de la UE, pero no responde ni ante los Gobiernos nacionales, ni ante los ciudadanos europeos ni ante el Parlamento Europeo— es el principal instrumento de ese proceso de supranacionalización Publicado previamente en LA GACETA
Por Francisco J Contreras Leer columna
No sé si las palabras del juez ponente del proceso del 11M -"hay cosas tan graves en el 11-M que por ahora es mejor que no se sepan"- están ahora más en vigor que nunca antes.
Por Ana María Velasco Plaza Leer columna
Un año más enviamos nuestra felicitación navideña a nuestros lectores
Por Editorial Leer columna
A propósito de este acuerdo vienen a la memori las palabras de San Agustín en La ciudad de Dios, si no se respeta la justicia, ¿Qué son los Estados sino grandes bandas de ladrones?.
Por José Luis LafuenteLeer columna
Las naciones no son entes abstractos sino productos de la historia y, como tales, objeto de construcción o destrucción
Por Rafael Sánchez SausLeer columna
La actitud del Partido Socialista chileno hacia la democracia era en los 60 y 70 la misma que la del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Francisco Largo Caballero desde 1933: la democracia podía interesar como instrumento o puente hacia la dictadura del proletariado.
Por Francisco J Contreras Leer columna
En Asturias, la Sala de lo contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia en sentencia 620/2023, de 29 de mayo, dictada en el recurso PO 791/2022, ha estimado el recurso formulado por el Arzobispado de Oviedo impugnando el Decreto 60/2022, de 30 de agosto.
Por José Luis LafuenteLeer columna
La edad media no fue tan oscura como nos han contado, y menos aún para la ciencia
Por Francisco Javier Garcia AlonsoLeer columna