Miercoles, 27 de noviembre de 2024
La gran losa de la deuda pública
Números que dan miedo
Gracias al caso Bárcenas hemos aprendido lo que nuestra derecha entiende por creación de riqueza; gracias a los falsos ERE sabemos en qué consiste la cacareada solidaridad de la izquierda. En la vida sólo aprendemos de los sinvergüenzas porque sólo ellos nos dan lecciones que nunca podemos olvidar.
Pero estos escándalos quedarán pronto en anécdotas triviales de tiempos de cambio de régimen frente al grandísimo y perdurable problema que se va formando ante nuestros mismos ojos. Me refiero al brutal incremento sin límite a la vista de la deuda pública, asunto que, si en España hubiera una sociedad sensata, se juzgaría como el mayor ejemplo de corrupción e irresponsabilidad de nuestros dirigentes.
Desde 2007 hasta hoy esa deuda ha pasado de 382.000 a 923.000 millones de euros, es decir, de un 36 a un 88% del PIB, y creciendo a velocidad de vértigo entre las alharacas de los que jalean como gran éxito cada nuevo paquete colocado en los mercados y sobre nuestras espaldas. Las consecuencias las estamos pagando ya -11.000 millones de intereses sólo hasta mayo, más que el coste de personal de toda la estructura estatal-, pero son nada comparadas con lo que se nos vendrá encima en unos años. Los políticos actuales saben que no serán ellos quienes deberán responder, y nada parece importarles el legado que esta generación va a dejar a la que ya asoma en medio de las ruinas. Por lo pronto, la voracidad de la financiación estatal se ha convertido en la primera causa de la escasez de crédito para el sector privado, lo que está perpetuando la crisis. La banca española ha dedicado a deuda pública, hasta finales de mayo, 30.000 millones más que en esos cinco meses de 2012, mientras que la financiación de empresas y familias se ha restringido en más de 40.000. La banca no presta a los particulares porque es mucho más cómodo y ventajoso comprar deuda pública, por no mencionar la presión política para que siga financiándola. Mientras Europa siga respaldando esa carrera enloquecida no habrá problema para los bancos y su estupendo negocio, pero con Europa o sin ella a los españoles del futuro sólo les quedarán dos alternativas: o un larguísimo periodo de penuria presupuestaria por las obligaciones de la deuda o la simple bancarrota. Dos vías para un único destino: el empobrecimiento general coreado por el canto burlón de la cigarra.
Rafael Sánchez Saus
Comentarios
Por HONESTIDAD 2013-07-29 18:58:00
En referencia al artículo publicado hoy día 29 de julio de 2013 en ?La Nueva España?: CONDENAN A UN NOTARIO POR NO COMPROBAR LA PROPIEDAD DE UN PISO. Me agrada enormemente saber que por fin la Justicia ha actuado, haciendo prevalecer los derechos de las personas realmente afectadas por la mala praxis profesional de los corporativistas y socialmente encumbrados notarios. Jurídicamente hablando, la sentencia condenatoria es impecable por los razonamientos jurídicos que expone el Alto Tribunal que la emite. Habría que preguntarse por qué el periódico antes mencionado omite el nombre, apellidos y cargo que ostenta el susodicho notario. Por si acaso existiera duda, comunico a los lectores de este periódico digital, cuyo objetivo es la búsqueda de la verdad, la honestidad y la dignidad de la que tanto se vanagloria, que el condenado se llama Esteban María Alú y Mortera, notario de Oviedo y Decano del Ilustre Colegio Notarial de Asturias y fundador de esta plataforma. Afortunadamente en este país, un simple notario sólo es un fedatario público, mientras que la justicia la imparten profesionales de más alto rango, preparación, responsabilidad y peso Institucional. Es una lástima que estos últimos puedan ser expedientados en la función pública con más celeridad y contundencia que un notario cuando comete mala praxis. En este caso, hay que incorporar la figura del oficial u oficiales como máximos responsables en la tramitación, comprensión y legalidad de los documentos antes de darles salida y depurar responsabilidades, que en este caso no fue así ¿Por qué?. Pero en fín, mientras pague el seguro y la dilación del pago sea larga, todo su equipo contento. ¿Cómo se va a enterar de lo que pasa en su notaría si se pasa las horas encerrado en el despacho de algún que otro oficial/a y del que una buena parte de sus empleados hacen mofa burda?. Nos reímos mucho del concepto de buen cristiano de este notario que se da golpes de pecho a diario, y que lo único que le preocupa es que su oficial/a le transmita los cotilleos pertinentes para obtener beneficio propio. ¿Es posible que se simule ?supuestamente? un ?robo? en relación a esta sentencia judicial argumentando sus palmeros en manada que posiblemente hubiese sido motivado por la parte deudora? Sorprendente y asquerosamente deleznable. ¿Por qué no se investigó hasta el final? Para qué, mejor sembrar la duda. Es asqueroso ser tan influenciable y débil de carácter. .No es admisible que todo un notario desatienda sus funciones y no lea detalladamente documentación legal básica en la constitución de créditos. Más bien me atrevería a decir que lo hace confiando plenamente en sus ineficaces oficiales que a su vez no leen la mayor parte de los trabajos que se les encomiendan teniendo multitud de errores, como muestra, este ejemplo. Después de sufrir un supuesto asalto en su notaría y de marear a los funcionarios de la comisaría de policía de Oviedo, en connivencia con parte de sus palmeros de sobra conocidos y trasladar diligencias de oficio a los juzgados, no se puede argumentar que todo ha sido una casualidad y que no tiene interés en esclarecer el asunto. Prefiero no pensar que oscuros intereses le mueven a hacer eso. Es mucha casualidad que de todos los protocolos que se encuentran en una notaría, sólo y exclusivamente sufra destrucción aquel por el que es demandado y que el propio notario deje morir el asunto y todos muertos de risa al día siguiente. Puede estar orgulloso el notario, le ha costado usted un dineral al erario público sobre todo a la denodada justicia. Copia de esta carta será enviada a La Nueva España y al Comercio para su difusión.
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