Viernes, 03 de mayo de 2024

El mundo de "yupi" educativo

Pero ¡qué estamos haciendo con nuestros hijos!

El otro día acudí a una ceremonia de graduación de una de mis hijas. Un acto solemne en el que no faltó de nada: imposición de bandas, orla, entrega de diplomas, padres y abuelos emocionados, lágrimas, sonrisas y aplausos. Muchos aplausos. Todo perfecto, según mandan los cánones para este tipo de actos. Sin embargo, pese a ese ambiente generalizado de satisfacción, alegría y orgullo, yo –la verdad- asistía perplejo y seriamente contrariado ante el bochornoso espectáculo que estaba contemplando. Y es que, quien se “graduaba” en ese acto, tan protocolario y rimbombante, era mi hija de 5 años ¡Mi hija de 5 años! El motivo de celebración de la graduación era –atentos al gran logro- el cambio de ciclo escolar, el pase de Infantil a Primaria. Yo me sentía como un extraño en esa pantomima de graduación, sin conectar con el ambiente festivo y de orgullo y satisfacción colectiva que allí se concitaban. Observaba los rostros iluminados, los ojos vidriosos de esos padres orgullosos del logro alcanzado por sus vástagos.

  Mi mujer dice que soy un bicho raro, un asperginiano, que me tomo las cosas demasiado en serio. “Pero mírales –me dice- qué ricos y guapos están todos, fíjate cómo disfrutan y qué contentos están”. Eso es lo único que importa hoy en día: que los niños sean felices. Es la felicidad por la felicidad, vacía, sin contenido, sin miras elevadas y sin exigencia. Así los niños crecen consentidos, mimados, sobreprotegidos... pero felices, de esa felicidad instantánea, regalada, no trabajada.  

 No sé si tendré el Síndrome de Asperger o no, pero a mí eso de que se premie a los niños por nada, que se catalogue como meritorio el hecho haber acudido al colegio durante 3 años me parece vergonzoso y –lo que es peor- peligroso. Porque vamos a ver ¿alguien conoce a algún niño que habiendo acudido a la escuela no haya superado la Educación Infantil? ¿Qué hay de meritorio en ello?  

 Puedo llegar a entender que, con motivo de la finalización del ciclo educativo, se haga un acto festivo de despedida de las profesoras en el que también puedan tener cabida los padres, pero de ahí a montar una farsa de graduación con entrega de diplomas y de becas entre declaraciones de enhorabuena y felicitaciones, es pasarse cuatro pueblos y confundir a los niños, quienes al final no distinguen entre las acciones que son merecedoras de reconocimiento y las que no.

  Pero aquí no acaba el esperpento, porque resulta que ahora también, cuanto más se trabuca o tropieza un niño al recoger el diploma, más aplausos recibe. Si desafina, pierde el paso en la función o se queda en blanco, más atronadores son los aplausos. Así, el error es premiado y la buena ejecución ignorada.

  Hace no muchos meses, acudí perplejo a otro numerito relacionado con estos temas. Se trataba de la entrega de Premios de un Torneo de Golf Infantil. En aquella ocasión pude contemplar como algunas madres armaban el pollo porque no se dio premio a todos los participantes, sino sólo a los ganadores de las distintas categorías. Ahí estaban esas madres ñoñas escandalizadas porque su niño se iba sin trofeo, pobres niños, qué trauma, pero si lo importante es participar… Todos los niños tienen que ser premiados –faltaría más- es la sociedad igualitaria e infantil de Torrebruno.  

 Estos niños crecerán entre alabanzas y aplausos, entre premios y agasajos no merecidos. Pero estos niños, cuando crezcan, quedarán expuestos a los avatares de la vida totalmente desarmados, sin coraza, sin saber porqué ya nadie aplaude sus tropiezos, porqué nadie premia ya sus errores.


Comentarios

Por Esther 2011-06-05 17:05:00

Comentarios Puedo afirmar muy orgullosa que yo soy una de las "penosas" madres que se emocionaron en el acto graduación de educación infantil al que creo asistió el articulista. Me siento dolida por su falta de sensibilidad y siento que debo expresar mi profunda discrepancia respecto lo manifestado en el artículo. Fue un acto precioso, que implicó un enorme esfuerzo por parte del colegio y de la asociación de padres que hay que agradecer sinceramente. Debo señalar además que tanto los niños como los padres (no desencantados, como el ponente) disfrutamos muchísimo del acto y de la ILUSION que ellos mostraban (sí, que la vida también es ilusión, hombre). Si perdemos la capacidad de emocionarnos con cada pequeño acontecimiento, por nimio que éste sea, en la vida de nuestros hijos ¿Qué nos queda? ¿Que vamos a esperar a que saquen Notarías para poder alegrarnos con algunos de sus logros? La vida de nuestros hijos, sobre todo cuando son pequeños se compone de "etapas" y es precisamente la superación de cada una de éstas, lo que debe alegrarnos y PARTICIPAR CON ELLOS (más que nada, de eso se trata ) de sus "pequeñas victorias" que lógicamente en puridad, no lo son pues todavía no tienen edad suficiente (5 AÑOS) para tener ningún éxito ni académico ni profesional que celebrar. Según la tesis del articulista tampoco deberíamos celebrar su cumpleaños, pues nada meritorio hay en ello, NI LA NOCHE DE REYES (tampoco han hecho nada para recibir regalos), ni su santo... etc... Vamos....QUE... NO SE PUEDE SER TAN FRÍO ¡HOMBRE...! Ilusíonate con algo en la vida... Lo firma una madre orgullosísima de la graduación de su hijo de cinco años en la escuela infantil.


Por Vivir en regímenes extre 2011-05-29 16:03:00

Con Franco algunos nos martirizaban con rezos y con ostias de las de tragar y recibir en la cara, en aquellos tiempos la prioridad era salvar el alma y obedecer al Caudillo con los curas de por medio con sus faldas negras. Había por aquel entonces comentarios y debates entre los críos de 10 y 12 años si los curas tenían sexo "los castraban en el seminario"o eran como los ángeles. La verdad que mandaban como hoy solo se hace en los regímenes teocraticos. Franco no retrotrajo a la época de los Reyes Católicos y de esos lodos y barros nacieron los progres que son mas de lo mismo y como se ve siguen con las mismas tonterías.


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