Miercoles, 27 de noviembre de 2024

Coleccion de artículos de Alfredo Dagnino sobre España

¿Qué podemos hacer?

 A mi modo de ver, el primer paso tiene que ser el convencimiento sobre la realidad de las cosas. Y si estamos convencidos de que las cosas son así, la consecuencia debe ser la asunción lúcida del problema y la determinación serena, pero firme, de hacer frente a la raíz de los problemas. Y en esto no puede haber medias tintas. El futuro de España dependerá de la lucidez y de la decisión que tengamos los españoles y los verdaderos amantes de la libertad y de la democracia.

En esta coyuntura, urge emprender un proyecto de regeneración para España que me propongo esbozar en las próximas entregas y cuyas líneas fundamentales, entre otras, habrían de ser las siguientes:

1º) La regeneración moral de la sociedad. Una regeneración que pasa por afirmar las bases morales del bien común; por el reconocimiento de unos principios antropológicos, morales y jurídicos que impliquen la valoración incondicional de la dignidad de la persona humana y que asienten, firme e irreversiblemente, los fundamentos morales, pre-políticos del Estado, del orden jurídico y del ejercicio de la autoridad, que se saben sometidos a las exigencias de un derecho superior y universal: el derecho natural, llamado a garantizar la dignidad personal del hombre, así como a la realización de la paz y la justicia; y por el reconocimiento de las raíces cristianas de España y la herencia espiritual, moral y religiosa de su historia desde una sana y positiva laicidad.

2º) La regeneración moral de la política. Una regeneración que pasa por afirmar la moral en la vida de la democracia, por una concepción de la democracia que contemple la referencia a fundamentos de orden moral, pre-políticos y, por tanto, inmutables, en los que la dignidad de la persona humana y el pleno y efectivo reconocimiento de los derechos fundamentales que le son propios están en el centro del orden político, porque forman parte del patrimonio ético de la humanidad.

3º) La restauración de la Nación española y la recomposición jurídico-política del Estado. Algo que pasa por una defensa y reforzamiento de la identidad y de la unidad de la Nación española, profundamente debilitadas, lo que exige una reforma constitucional positiva que restaure y fortalezca los principios sobre los que debe cimentarse nuestra convivencia política, que cierre definitivamente la estructura de organización territorial del Estado y que configure el poder del Estado, respecto a las comunidades autónomas, con el peso específico que debe tener y tiene en cualquier sistema comparado. Y por un fortalecimiento de la conciencia nacional de los españoles, como expresión de un sentimiento de orgullo de pertenencia.

4º) La regeneración de la democracia y de la vida pública. Una regeneración que obliga a plantear y proponer medidas de regeneración de la vida política, tales como la reforma de un sistema electoral que ofrece constantes motivos de insatisfacción y que ha llevado a una divergencia entre voluntad popular y representación política, lo que, unido al progresivo papel predominante de los partidos políticos, ha erosionado notablemente el concepto político de representación hasta el punto de convertirse en una pura ficción y una concepción partitocrática del propio sistema democrático.

5º) La regeneración institucional, que pasa por sanear y fortalecer las instituciones básicas y fundamentales del Estado, muy especialmente del Poder Judicial, preservando la independencia y el principio de unidad jurisdiccional, evitando todo condicionamiento político del Ministerio Fiscal y de la magistratura, así como del máximo órgano de gobierno de esta última, el Consejo General del Poder Judicial, y del resto de órganos constitucionales del Estado, en especial, el Tribunal Constitucional. Y que pasa por garantizar y hacer real y efectiva la división de poderes.

6º) La regeneración de los partidos políticos. Una regeneración que exige, de una vez por todas, que la estructura interna y el funcionamiento de los partidos sea verdaderamente democrático, y así atenuar los efectos de la partitocracia, en la que los partidos reclaman para sí el monopolio de la participación política y extienden sus pretensiones de influencia sobre las instituciones y hasta sobre la sociedad civil. Y que pasa también por la dignificación de la vida política y el servicio al bien común de quienes se consagran al bien de la cosa pública y aceptan el peso de las correspondientes responsabilidades. Ese servicio al bien común y la vocación que debe llevar implícita es el fundamento del valor y de la excelencia de la vida pública y política. Ello exige un replanteamiento de la vida y la organización de los partidos políticos y una apertura a la sociedad, que propicie y despierte auténticas vocaciones al servicio del bien común.

7º) La regeneración social, que pasa, inexcusablemente y de forma prioritaria, por el fortalecimiento y la vertebración de la sociedad civil y, muy especialmente, por el fortalecimiento de los cuerpos intermedios como expresión de la soberanía social; por el fomento de la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos, no sólo por medio de sus representantes, sino directamente, a través de los partidos y formaciones, pero también a través de otros cauces, individualmente y de manera organizada.

8º) La regeneración social, que pasa también por la defensa y la protección prioritaria de la familia en todos los órdenes, jurídico, social y económico, concebida como escuela humana y de virtudes y como célula fundamental de la sociedad, y muy especialmente, por la protección de la infancia y de la juventud frente al inmenso deterioro que las rodea.

9º) La regeneración del panorama de los medios de comunicación, y que pasa por una verdadera democracia de opinión, esto es, por replantear la existencia y mantenimiento de los medios de comunicación social de titularidad pública o, al menos, por establecer las adecuadas garantías de neutralidad de tales medios, y por garantizar unas condiciones de pluralismo real y efectivo entre los medios de comunicación de iniciativa privada, liberándolos de formas inadecuadas de intervención administrativa que puedan condicionar la libertad de expresión y de comunicación, y garantizando unas condiciones de competencia leal.

10º) Y, en fin, una regeneración que pasa por algo de importancia capital: la educación. Una verdadera educación, en libertad y al servicio del hombre. Una educación que empieza en el hogar, en las familias. Una educación basada en una formación exigente, en el rigor y en la formación humanística, que rompa con los prejuicios, sectarismos y concepciones ideológicas que han inspirado las políticas públicas educativas en España en los últimos años. Y una educación que garantice de manera real y efectiva la libertad de enseñanza.

Sobre los puntos expresados anteriormente, y sobre otros que derivan de los mismos, nos proponemos articular, a partir de la próxima semana, un conjunto de propuestas que entendemos imprescindibles para afrontar con solidez el futuro de nuestra Nación y que conforman eso que hemos querido llamar Un proyecto de regeneración para España


Comentarios

Por Aller 2011-08-03 22:54:00

No hay que tener miedo a las frases. España necesita una nueva constitución, una ley electoral europea que no premie el bisagrismo regional, y el fin del fracasado y costoso sistema autonómico. Es algo que no hará el PP, mucho menos el Psoe. Así que desde Dagnino al último español a salvo de la corrupción actual debemos ponernos a trabajar en ese sentido, por lejano que parezca.


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