Con la noticia de la semana, en la que nos ha sorprendido la abdicación del papa, se abren las consabidas especulaciones, memorias, concursos de papables en los que el acierto de los “expertos” no supera a la probabilidad estadística…Puestos a participar, nos vemos obligados a retomar un lugar común, la célebre “profecía de San Malaquías”.  

 La Historia es un enorme libro en el que la mano de la Providencia se sirve como pluma de la voluntad de los hombres, siendo su tinta la libertad. Por ello mismo no debe darse demasiada importancia, consideraciones científicas a parte, desde el punto de vista cristiano, a toda profecía en cuanto suponga determinismo histórico o fatalismo resignado. Aquellas pocas que puedan  interpretarse de las SS. Escrituras tienen un carácter simbólico-escatológico. Más acá de la Revelación los contenidos de las experiencias revelatorias famosas y ortodoxas, al margen del crédito que pudiese merecer cada una en concreto, tienen un carácter de advertencia, condicionadas sus amonestaciones de algún modo al comportamiento y a la fidelidad o infidelidad de los hombres.

  Una de las más famosas “profecías históricas”, quizá sólo superadas en popularidad por el célebre Nostradamus, es la lista de los papas futuros atribuida a san Malaquías. El monje y obispo irlandés muere en 1140 al regreso de una peregrinación a Roma, en el Claraval de San Bernardo. Dado que su amigo y biógrafo no menciona la célebre lista, -con un elenco de los papas con un pequeño lema en latín que resume o identifica de algún modo la identidad o labor de cada pontificado a partir de ese mismo momento-, pasa a ser muy cuestionable su autoría.  

  La menciona por vez primera en 1595 un benedictino francés, Arnold de Wyon. Historiador de su Orden, dedicó este libro, Lignum Vitae, al Rey Español Felipe II, se trata de una biografía colectiva de los benedictinos elevados a la dignidad episcopal. Tras unos párrafos sobre San Malaquías, termina diciendo: «Escribió varios opúsculos. Hasta el día de hoy no he tenido ocasión de ver ninguno, exceptuando una profecía relacionada con los soberanos pontífices. Puesto que es muy breve, y que yo sepa no ha sido dada a imprimir todavía, y dado que a muchos les complacería conocerla, copio a continuación su contenido». El asunto es que, sea o no una falsificación, suya o inducida, si de los 112 papas (y antipapas) enumerados muchos habrían podido ser conocidos desde Celestino II (1143) hasta el coetáneo Julio II,  es asombroso, en cualquier caso, el grado de acierto que mantiene respecto a sucesores posteriores. No nos podemos extender sobre ello, y el lector curioso encontrará fácilmente el famoso listado en bibliotecas y en la red. Desde luego, en otra profecía menciona la independencia de Irlanda luego de siete siglos penando a manos de Inglaterra, que acabará abjurando del anglicanismo. Esta predicción, en parte ya cumplida, puede atribuirse a su procedencia gaélica. 

En cualquier caso, hay que decir que tomamos el tema sólo como un desafío de ingenio humano, y no con el rango de la Profecía con mayúsculas. Sin el propósito derefrendar un concreto alarmismo milenarista por aquello de que quedaría, mejor dicho, se menciona, uno sólo luego del todavía actual papa, la Gloria olivae, que sería el lema o leyenda asociando a Benedicto XVI, con el nº 111. El Olivo es un símbolo de paz, procedente de la ramita que trajo la paloma al arca de Noé. Puede asociarse al esfuerzo ecuménico, o también a Israel. En cualquier caso, este tipo de misterios, en los que unos rebuscarán con juegos el signo libra, otros con la luna etc., como la historia misma, requieren una perspectiva de tiempo que ahora mismo no tenemos. El anterior, el 110 de la lista llevaba por lema De Labore Solis (De la labor del Sol). El sol marcha, en fórmula convencional, del este al oeste cada día. Juan Pablo II, ha sido el único papa proveniente de un país de la Europa oriental. Durante su pontificado realizó cientos de viajes por todo el mundo -recordemos que en los tiempos de San Malaquías la creencia común era que el sol giraba, es decir, viajaba, en torno a la tierra, y no al contrario-, recibiendo por ello el apelativo de "el papa viajero". También nació un día de eclipse de sol y su funeral se realizó mientras se producía un eclipse solar. De un modo ya rebuscado, la traducción en latín fonético, Labor del suelo, aludiría a que trabajó en una cantera en su juventud.

Si hubiese que tomar “a pie juntillas” el curioso misterio malaquiano, no cabe duda que la acepción primera es más ajustada. El Sol da luz y vida, y su “muerte” no mata la esperanza de nueva sonrisa de amanecer. El alba es un triunfo seguro para los que saben esperar.  

 Después de estos dos papas, el carismático y el intelectual, viene el, por ahora, gran misterio. Por que falsa o no, la lista se acaba. El nº 113 y último (hay una novela de hace tiempo titulada precisamente “ Petrus Romanus; El último Papa”) tiene un lema es muy genérico, Petrus Romanus, por lo que valdría para cualquier papa, que desde luego habrá de guardarse mucho de tomar el nombre de Pedro!,  pero es obligado reparar en el nombre, casualmente coincidente con el iniciador simbólico de Roma, Rómulo Augustulo, del último césar, si uno quiere preocuparse por esas cosas, el mundo y España en particular tiene ya otros muchos problemas concretos y amenazas ciertas. La coincidencia puede venir forzada si se asocia, después de un alemán y un polaco, romano=italiano. Más ajustada, si se escoge al cardenal camarlengo y salesiano Tarsicio Pietro Bertone, que es piamontés, pero su pueblo natal se llama Romano Canavese.

   En cualquier caso, no hace falta ser particularmente creyente para advertir que vivimos tiempos de tormenta, críticos en muchos aspectos. A lo mejor los asuntos tienen más con el estrecho de Ormuz que con Romano Canavese, y con las cifras de natalidad a uno y otro lado del Mediterráneo, más que con las de los numerales malaquianos.  

 Pero no deja indiferente leer:  

  "En la última persecución de la Santa Iglesia Romana tendrá su sede Pedro el Romano, que hará pacer sus ovejas entre muchas tribulaciones, tras las cuales, la ciudad de las siete colinas será derruida, y el juez tremendo juzgará al pueblo".  

No es para estar tranquilos, pero sabemos, ahórrenme las citas exactas, que ni la nave de hunde del todo, ni el humo de Satanás prevalecerá siempre.

Francisco Díaz de Otazu