Bien, yendo al grano y, en taurino, por derecho, se oye en conversaciones varias y frecuentes, el pronunciamiento de contertulios de lo más diverso en referencia a la "llamémosla-cuestión catalana del procès, expresando de forma generalizada el convencimiento de la casi imposibilidad de retrotraer a la población catalanohablante e independentista a los esquemas y posiciones sociopolíticas de partida y que, de conseguir ese retorno al meeting point de nuestra Historia, ello llevaría largo tiempo, medido en décadas.

Bueno, siendo comprensible lo anterior, hemos de señalar aquí, la tremenda eficacia que supone poner en marcha ese efecto seguimiento, o, bandwagon effect  que tan eficaz resulta en el mundo publicitario y que también es un fenómeno corriente en el tablero de la economía y su derivada financiera.

La escalada de los nacionalismos periféricos conducentes a un posterior secesionismo, ha ido sucediéndose de forma gradual y un tanto sibilina a lo  largo de estos años de democracia, plasmada en concesiones y acuerdos. En el do ut des de un mercadeo, sin sentido de patria y nación: estructuras y pilares que se han construido y desarrollado a lo largo de centurias -y algún que otro milenio- bañadas en sangre y explicadas en muertes.           

Pues bien, si se ejerce con tino y epiqueya, en un marco de respeto a los ciudadanos (a todos y todas) la auctoritas y la potestas por parte de los gobiernos constituidos democráticamente

y se implementan medidas tendentes a hacer llegar a la gente en general, el firme propósito del poder público en beneficiar a todos los administrados con la buena educación, la buena sanidad, la buena vivienda, la justicia impartida con voluntad de servicio, etc.

independientemente del lugar en donde vivan dentro de las fronteras nacionales; y ello proporciona conocimiento y bienestar y el camino abierto para la realización individual y colectiva, evitando en lo posible la frustración que casi siempre conlleva la siembra de la violencia en el estado "opresor" que coarte el desarrollo de las capacidades de todos y cada uno de los ciudadanos, lo cual,  siempre es caldo de cultivo para estallar en actitudes violentas y posicionamientos contra lo establecido; es decir: la puesta en marcha del agit prop en los denominados "antisistémicos". Como decimos, si nos ocupamos de los ciudadanos prioritariamente, y la política deja de ser un siniestro juego de intereses y poder, estaremos en el buen camino y solo quedaría hacer llegar al público los mensajes reales y verdaderos que vayan explicando; eso sí, insistentemente, que se está trabajando para ellos en el marco de una ideología universal: la del entendimiento y el bienestar del prójimo iluminados por la caritas y el respeto al otro, haciendo abstracción de sus criterios ideológicos, siempre que sean confluyentes en lo básico y fundamental, aunque provengan de manantiales y arroyos de diferentes enclaves geopolíticos.

A estas alturas nos podemos preguntar el porqué resulta tan difícil poner en marcha estos mecanismos sencillos y directos para contrarrestar el afán disruptivo y segregacionista de ciertas fuerzas políticas, en parte ocultas y malignas, que viven del enfrentamiento y dolor de pueblos enteros en el mapamundi.

Pues no resulta difícil contar una y más veces (las que haga falta)

la Historia que une (en el dolor y las necesidades, en las familias…), que la que rompe en mil pedazos la convivencia, por mor de ambiciones y apetitos de poder que se apoyan para conseguir sus fines en ideologías varias, algunas ya periclitadas, en vez de reforzar las uniones que potencien a las sociedades civiles en el afán común del cacareado bienestar...pero, evidentemente, bienestar no es sinónimo de felicidad, que es en última instancia la meta a alcanzar por la unidad poblacional de cualquier sociedad civil madura y organizada u otra primigenia y vital.

Como colofón, me gustaría traer aquí algo del espíritu religioso y científico de un grandísimo intelectual jesuita, como lo fue Teilhard de Chardin quien en su labor paleontológica

"recordemos el cráneo de Pekín-, apelaba al interior del ser humano (el suyo) a recibir la energía y la fortaleza de su Señor para ir de consuno por la vida con las mayores capacidades que experimentaba, merced a la recepción y predominancia del Señor… No estaría de más, ensayar algo así, para salir del bucle materialista y demagógico en que nos han "hemos- metido. Quien sabe si no lograríamos encontrarnos con nosotros mismos y nuestros semejantes, en una tarea más constructiva y beneficiosa para la humanidad.

Así sea o, quizás, debiera o podría ser.

                                                                      Juan J. Rubio