Viernes, 26 de abril de 2024

Variaciones sobre el caso Delcy y otras divagaciones

Dada la cantidad de carteras ministeriales de que disfrutamos, no dudamos que tendremos que soportar algo parecido a lo que en las técnicas de conducción de grupos suele llamarse 'lluvia de ideas" pues todo hace suponer que los nuevos portadores de tanta cartera no se conformarán con sentarse en los cómodos sillones de las oficinas que les habrán adjudicado con dichas carteras bien agarradas, sino que se creerán en la obligación de aportar ocurrencias con el evidente peligro que su puesta en práctica puede acarrear.

La verdad es que al iniciar este escrito, no era mi idea el orientarlo por los derroteros que va siguiendo hasta ahora. Disculpen pues, quienes hayan leído pacientemente hasta aquí, y a partir de ahora, permítanme recuperar una vez más el episodio aero-diplomático acaecido en nuestro aeropuerto de Barajas, de tal manera enredado, que está haciendo sombra nada menos que al tremendo problema que trae consigo la epidemia del coronavirus.

La verdad es que pasan los días y se multiplican los comentarios y versiones sobre la estancia fantasma en Barajas (España) de la vicepresidenta de Venezuela y, al menos yo, no acabo de encontrar respuesta a unas preguntas tan lógicas y sencillas como pueden ser las siguientes: ¿es que la señora visitante no conocía la determinación o acuerdo de la UE que pesa sobre su persona? ¿Cómo puede esgrimirse como explicación a todo lo acaecido, el que la decisión de un ministro de acudir a Barajas fué por evitar un conflicto diplomático, comunicando a dicha señora que su presencia era ilegal? No me entra en la cabeza, repito, la necesidad de ese aviso y menos, que todo un ministro haya sido el encargado de hacerlo llegar a la interesada cuando, simplemente, bastaría con una orden a los responsables o autoridades del aeropuerto para que no permitiesen, bien sea el aterrizaje del avión en que viajaba o, en el caso de un aterrizaje ¿pirata? ya realizado por las razones que sean, impedir la salida del mismo a la tantas veces citada persona para pisar suelo europeo prohibido.

Después de las variadas formas de narrar el "acontecimiento" por parte de unos y otros, destacando las tremendamente chapuceras y bravuconas del ministro protagonista, seguimos y seguiremos, supongo, sin conocer la verdad y, como en tantas otras ya repetidas y dudosas ocasiones, no pasará nada. Pasarán los días, las semanas, los meses y los años y seguiremos engañados una y otra vez por los que tienen en sus manos nuestros destinos y cuya mayor facultad es utilizar la mentira, la trampa y la falta de rigor y vergüenza, junto con el silencio interesado, para alcanzar con una tenacidad implacable, todo aquello que se proponen y que, desgraciadamente, no guarda paralelo con la voluntad y el bien de todos los españoles.

Y los españoles...¿merecemos esto? Pues va a ser que sí. ¿Hacia dónde vamos o hacia dónde nos conducen? Pues por los caminos actuales, podemos deducir que a cualquier situación no deseada en el ámbito de las naciones. Si en el interior estamos dominados por la mentira y por la desconfianza ¿qué no haremos en el exterior? Pues la verdad es que casi preferimos ignorarlo pues para hartazgo y vergüenza tenemos dosis masivas con el vergonzoso y servil espectáculo que nos está ofreciendo nuestro presidente, entregado y rindiendo pleitesía tanto a aquellos con los que en su momento afirmó sufriría pesadillas o no podría dormir, como a los políticos catalanes condenados por la ley, o lo que es el colmo, a los asesinos de Bildu, todos ellos enemigos de España con el riesgo de que sean ellos nuestros gobernantes a cambio de mantener a cualquier precio su interesada y personal ambición de protagonismo.

Reconozco que todo lo anterior no va a pasar de meras e inútiles lamentaciones pero también es cierto que nosotros, ciudadanos de a pie, poco distinto podemos hacer más que ser la voz que clama ¿en el desierto? Quizá, ya que nuestro escasísimo momento de libertad y decisión se cierra una vez depositado el sobre con la papeleta electoral en la urna correspondiente después de haber elegido una lista IMPUESTA y CERRADA y en la que quizá se incluyen personas con las que, al igual que Pedro Sánchez con Podemos, solo el mentar sus nombres no nos dejaría dormir tranquilos o nos causaría graves pesadillas.

Para suavizar el tono pesimista, termino con una frase atribuída (no en exclusiva) al historiador Richard Evans: "A menudo en los más oscuros cielos es donde vemos las estrellas más brillantes". ¡¡¡!!!



Francisco Alonso-Graña del Valle


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