Está muy extendida la creencia de que a medida que se rebaja el número de alumnos por clase y, en consecuencia se aumentan las plantillas docentes mejoran los rendimientos académicos. Esta posición es utilizada  para justificar un crecimiento desordenado  de los recursos ya que, en la mayoría de  los casos, no va acompañado de medidas guiadas por criterios racionales y de sentido común. Este enfoque de las  políticas educativas está destinado al fracaso porque  se sigue manteniendo el sistema escolar totalitario dominado, en España, por el entramado ideológico  nacionalista y socialista.

 Las investigaciones empíricas sobre la cuestión del tamaño de las clases y su consecuencia que es el aumento desaforado de la ratio profesores/alumnos concluyen que no existen correlaciones significativas entre resultados y disminución del tamaño de las clases en un rango situado entre 15 y 40 alumnos por aula.

Dos estudios realizados por el investigador E. Hanushek, en 1996 y 1999, concluyen que no hay cambios significativos en el rendimiento , a partir de segundo de primaria ,cuando se disminuye el número de alumnos por clase.

Otro estudio de E. Lazear año 2000 (Smaller Class Size No Magig Bullet), puso en evidencia los buenos resultados de las escuelas católicas estadounidenses que tienen clases numerosas y alumnos de estratos sociales bajos y medios. La clave del éxito de estas escuelas estaba en su carácter religioso que propiciaba un clima de respeto y atención de los alumnos a los maestros.

En el año 2002 se aprobó, en Florida, un programa de disminución de ratios por clase y aumento de profesores. No se desarrolló de igual forma en todos los distritos de esa zona hispana  de los USA. Eso permitió al profesor de la Universidad de Harvard , Matt Chingos realizar una investigación con el adecuado muestreo , aplicación de pruebas y análisis estadístico. Concluye que el programa de reformas basado en la reducción de alumnos por clase es caro e ineficaz.

Los  enfoques de más gasto son ideológicos, de  compra de votos y demagogia para mantener el control curricular e impedir que en la enseñanza se implanten valores de eficiencia, concurrencia, acción empresarial y libertad de creación de ofertas educativas que hagan efectivo el derecho de los padres a elegir. Es además un pretexto para redistribuir  dinero de los contribuyentes a castas privilegiadas de la política, la administración y los  sindicatos.

Un argumento que se utiliza es la falta de adecuados hábitos de convivencia en los escolares que agota a los profesores. Pero no se entra a fondo de las causas de esta situación que no es otra que la ideología socialista y la llamada de “género”. La mitología  igualitarista y la transferencia del conflicto marxista de clases a la escuela en la que los alumnos son   los  oprimidos y hay que liberarles  de la autoridad de un adulto que sabe más y enseña. Es pues esta  ideología marxista, plenamente vigente en las escuelas rodeadas de un nuevo muro de Berlín  la que junto con el feminismo de género es la principal fuente de indisciplina que hace las clases ingobernables .La solución  no es poner pocos alumnos en la clase –ya las hay hasta con cinco alumnos en algunos programas. No. los profesores se agotan por causas complejas desde la falta de apoyo de las administraciones y a la formación recibida en las escuelas y universidades dominadas  por un fuerte izquierdismo anticristiano de cuño marxista.

Por eso no me extraña que se renuncie a hacer lo debido que es establecer un ambiente de cordialidad,  respeto y  disciplina en los centros escolares  para que   los profesores disfruten con su profesión y  se dediquen a lo que les es propio.

Estudios de sociología de educación muestran que el desasosiego y malestar de los maestros con vocación de enseñar sigue siendo alto. Una veterana y buena maestra me decía hace dos años: “Era más feliz hace treinta años en una clase de cuarenta alumnos con los que permanecía  veinticinco horas semanales que ahora en un clase de quince  alumnos en la que no llego a impartir dieciséis horas lectivas reales  cada semana”.

El éxito de las reformas no consiste en continuar con programas   inútiles como rebajar el número de alumnos por clase fuera de rangos viables tanto en lo pedagógico como en lo económico. No veo más salida que una profunda liberalización de la enseñanza que limite la intervención gubernativa  promueva la  austeridad y  recupere la autoridad y función del profesor.

Sobre la tarea del profesor hoy hago dos acotaciones. La primera que es positivo hacer ajustes parciales a los  materiales y soportes didácticos derivados de las nuevas tecnologías. La segunda, más importante. No debemos perder de vista lo esencial de la misión de un maestro ayer, hoy y siempre. Consiste en  trasladar a sus discípulos un legado, en nuestro caso el occidental­- cristiano. No les corresponde, a los docentes, la invención de alternativas que les parezcan más deseables, tienen bastante con lo prioritario que es poner  a disposición de los niños y jóvenes  españoles algo que les aproxime mejor a la totalidad de su herencia

                                             Silvino Lantero Vallina