Sabado, 23 de noviembre de 2024

Gianluca Marcianó dirigió con convicción y entusiasmo

Turandot una representación amena

          Turandot es la última e inacabada obra de su autor al que la muerte sorprendió sin resolver el final tarea que habría de afrontar el también compositor operístico Franco Alfano a sugerencia del gran Arturo Toscanini quien dirigió el estreno de la obra, el 25 de abril de 1926, año y medio después de la muerte del compositor y que no obstante impedir que permaneciera como obra inacabada, en el estreno sólo permitió que se interpretara lo que había sido escrito por Puccini, es decir, tras el área de Liu “Tu che di gel sei cinta” paró la orquesta y cara al público pronunció las dramáticas y ya históricas palabras: “Aquí termina la ópera, porque en este momento está muerto el maestro”.     

     La producción que vimos ayer puede ser calificada de digna. En ella destacaron la orquesta Filarmonía de Oviedo que cada vez adquiere más entidad y que recurrió a situar al metal –trompetas y trombones- en la bolsa del proscenio derecho para lograr mayor sonoridad cosa que consiguió plenamente alcanzando momentos verdaderamente notables en una partitura compleja, que atesora toda la sabiduría musical de su autor, su capacidad melódica, lírica, dramática y satírica que se amalgaman en un brillante maridaje que representa lo mejor de la cualidades del autor así como su gusto por lo oriental y por modalidades tonales ajenas a Occidente como motivos pentatónicos o incluso chinos. Es verdad que en ese momento bullen en Europa los nuevos aires armónicos de la disonancia, la dodecafonía o las politonalidades. Pero el lenguaje musical de Puccini había alcanzado su plenitud.

         El director musical, Gianluca Marcianó dirigió con convicción y entusiasmo a sus músicos de los que logró sacar matices conmovedores así como una brillantez conjuntada y envolvente, en ocasiones se dejó llevar por la magia  de la orquestación y olvidó que la capacidad vocal de los interpretes no era la suficiente para una versión tan intensa, lo que deslució la actuación especialmente de Calaf y en parte de la princesa Turandot.    

      El coro volvió a estar notable, incluso brillante, acreditando un poderío que en nada mermó su empaste y afinación, que combinó con la parte actoral que resultó francamente acertada. En lo que a la parte vocal de la obra se refiere han vuelto a ser el elemento sobresaliente.      

    Elisabete Matos nos ofreció una versión de la princesa Turandot bastante plana, tiene una voz algo destemplada, “envejecida” con un “molesto” vibrato que se acentuaba en los sobreagudos que alcanzó pero cuyo esfuerzo quizá le impidió una ejecución más matizada, respetando los acentos y realizando los “reguladores”. El fraseo fue francamente mejorable así como los graves en los que perdía color y volumen. Es verdad que es un papel “endiablado” por la tesitura y la exigencia casi perenne de los forte mediante los que se quiere dibujar un personaje sombrío movido por el rencor y la inclemencia cuya redención resulta difícilmente creíble tal como Alfano la resuelve y quizá por la dificultad que este giro entrañaba no le dio tiempo a resolverlo a Puccini.

         Stuart Neill encarnó un desigual Calaf, dotado de una hermosa voz, con dominio de los “pianos” y de la media voz, estuvo más que aceptable en la primera parte en la que cantó con emoción y acentuación pucciniana el área “Non pianger Liú” aunque ya apreciamos que carece del volumen suficiente para este papel, pero quizá fatigado por el esfuerzo fue cada vez a menos para terminar de manera deslucida en la parte final en la que interpretó el famosísimo “Nessun dorma” de manera poco afortunada ni en la interpretación ni en el fraseo ni en la acentuación, ni el la parte lírica –aunque esta fue lo mejor- ni en los agudos que no alcanzó ni por supuesto en el volumen que quedó opacado totalmente por la orquesta. En el dúo que la sigue con Turandot no estuvo en absoluto mejor. Quizá debería perder peso y trabajar el diafragma porque el timbre es bello y tiene cualidades interpretativas.   

       Eri Nakamura se hizo cargo de la dulce y desdichada esclava Liú, secretamente enamorada del príncipe Calaf, fue sin duda la mejor de los tres protagonistas. Hizo una sentida interpretación con  matices de profundo lirismo y con un color homogéneo y limpio, también fue de más a menos porque en el área que cierra su actuación con la muerte siendo notable su actuación no alcanzó la excelencia. Debería trabajar la colocación de la voz algo nasalizada en los agudos y llevarla más hacia “la máscara”.      

    Manel Esteve, Vincenç Esteve y Mikeldi Atxalandabaso nos regalaron unos magníficos Ping, Pang y Pong poniendo de relieve lo satírico de sus personajes sin caer en lo grotesco y dotándolos de gran dinamismo e interés.

 Kurt Rydl dio vida a un Timur muy interesante con gran capacidad dramática.

Emilio Sánchez y José Manuel Díaz estuvieron simplemente correctos como emperador Altoum y mandarín.

 En cuanto a la escena hay que decir que al estar situada la acción en los tiempos de la fábula es una de las mas dúctiles, la que nos ofrecieron ayer podría ser calificada de austera y eficaz, sólo chirriaban los paneles que recordaban un pavimento de gres. La economía se agradece cuando se hace con inteligencia y el ambiente de fábula fue respetado, resultaba irónico –no se si fue la intención de los responsable- el vestuario del coro caracterizado de pueblo de Pekín porque parecía un guió a la época maoista. El vestido de la princesa recordaba más al estilo japonés que al chino pero el banco con estampado de sangre resultaba eficaz como síntesis de la personalidad de su portadora. En definitiva una representación agradable y bastante afortunada de Turandot pero que no pudo alcanzar la esquiva excelencia.


Comentarios

Por Belliniano 2012-11-16 20:11:00

Que los aficionados de un foro hayan escogido la Norma del pasado año como mejor función no tuvo que ver con la puesta en escena de la señora Gómez, sino con la presencia de Sondra Radvanovsky y Dolora Zajick. Con otro reparto el éxito no hubiese sido tal. Pero lo que sí es justo resaltar es el muy buen trabajo que la señora Gómez ha hecho con esta Turandot, que en mi opinión ha estado muy por encima del Werther perpetrado por el señor Guy Joosten a principio de temporada.


Por Mandarin 2012-11-16 15:48:00

No es de recibo que la señora Cosima Weck, en toda su critica no mencione el nombre de la directora de escena Susana Gómez, que ha realizado un gran trabajo, teniendo en cuenta la escasez de medios económicos con que ha trabajado. Solo me voy a limitar a lo que ha declarado sobre Susana Gómez, el director musical Gianluca Marciano : ´´..Es una opera complicada.. el trabajo de Susana es muy bueno, conoce la partitura..´´ y yo añado, ya lo demostró igualmente, en la representación de Norma que dirigió el año pasado en la Opera de Oviedo, que ha sido considerada por los aficionados, como la mejor Opera representada en España en 2011.


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