Sabado, 23 de noviembre de 2024

Obejtivo: leña a las clases medias

Una cuestión de dignidad

Creo que uno de los pocos aciertos del señor Rajoy, desde que ocupó el sillón del Palacio de La Moncloa, ha sido el de resistirse al rescate europeo. A la vista de la escasez de medidas para meter en cintura a tanto político negligente, a tanto incapaz a la vez que soberbio y manirroto, muchas fueron la voces que pedían al gobierno del Partido Popular que utilizara su mayoría absoluta para poner orden en las cosas de la política, que es donde hay que empezar a poner orden, tratando de arreglar el desaguisado económico (gran parte del cual proviene, como todo el mundo sabe, de los privilegios de la “casta”).

  Que muchos españoles quisieran el rescate, dejando al margen los intereses –siempre egoístas y electorales- de los partidos políticos, obedece, en mi opinión, al deseo de que un ente superior hubiera aplicado las normas que el señor Rajoy, y su gobierno, no quisieron imponer desde el mismo momento de su llegada a La Moncloa. O sea, gobernar con mano firme a quien se lo ha estado llevando crudo y no quiere bajarse de la burra. En otras palabras, que aquellos españoles de buena fe que buscaban, en esto del rescate, la intervención de los países del Norte lo hacían pensado en la mediática disciplina para  acabarar con el abuso y privilegios de la “casta”.  

 Tenía yo la sospecha, en cambio, de que tal intervención pondría también en manos de ellos a empresas españolas golosas, aún en poder del Estado o semi-estatales, sintiendo como cierto pudor al ver que lo poco que aún nos queda pasara a manos de los especuladores alemanes, ingleses, holandeses o belgas.  

 Después de ver lo de Chipre, y después de leer las manifestaciones de Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo y, dicen, peón de Ángela Merkel, acerca de que los depositantes harán frente a las futuras crisis bancarias (palabras que hicieron tambalearse a la Europa del euro), ya no tengo dudas acerca del peligro que nos acecha.  

Después de haber reventado el llamado “Estado del bienestar”, vamos hacia un concepto de la vida donde los que mandan nos bombardean con mensajes absurdos en los que menosprecian la propiedad de las cosas, al tiempo que amparan la socialización de la vida cotidiana. La confluencia de las artes más atroces del capitalismo y de las propias del socialismo apunta hacia un estado nacional-capitalista para el que las clases medias son un estorbo y el desamparo de las mayorías un objetivo.   

 El Banco de España, por su parte, que debería ser el vigilante de la gestión de las entidades financieras, prefiere jugar en primera y advierte que debería utilizarse la reforma laboral para bajar los salarios. El desempleo y la reducción de ingresos en las familias, de una parte, y el incremento de impuestos y la bajada de los tipos de interés, por otra, han llevado a las economías domésticas a reducir la tasa de ahorro de forma considerable. Según el Instituto Nacional de Industria, la renta disponible de los hogares e instituciones sin ánimo de lucro cayó un 1,6% entre junio y septiembre de 2012, respecto al mismo periodo del año anterior, y en el tercer trimestre del año pasado se situó en torno al 7,6% cuando, a finales de 2009, era de un 18%.  

 En una sociedad en la que los asuntos relacionados con la corrupción de políticos, sindicalistas, personajes de alto nivel y los propios partidos políticos cuentan los agujeros negros por millones de millones, sin que ningún miembro del Poder Judicial sea capaz de hacer devolver ni uno sólo de los euros que se llevan, que el Banco de España trate de apretar los salarios de los pocos y afortunados españoles que todavía trabajan no es una cuestión de economía, sino de dignidad.  

Honorio Feito   


Comentarios

Por JM 2013-04-01 16:28:00

Un régimen indigno, muere indignamente


Por Juan Carlos 2013-03-29 18:03:00

Recuerdo las burlas que provocaban hace años los ciudadanos que intentaban parar algún desmán urbanístico: los calificativos mas suaves que recibían eran "ecologetas", "progres trasnochados", etc., etc., y el apoyo de la inmensa mayoría de los ciudadanos del pueblo o ciudad afectada era nulo. Ahora los ciudadanos que se carcajeaban de los "ecologetas" y no movían un dedo por detener aquellos desmanes (ni con su voto) se apuntan a la milonga de la "casta política" culpable y el desencanto de la política. De risa.


Por Homorio Feito 2013-03-29 12:55:00

Personalmente no soy un entusiasta partidario de la democracia, al menos, de esta democracia. A mi, personlamente, esto de votar hace tiempo que me dejó de interresar. Pero eharle la culpa al que vota me parece una manera de sacurdir responsabilidades a los elegidos, es como discutir la estructura piramidal que inspira y constituye la estructura social. Pero tal vez tengas razón, tal vez convendría recordar a la sociedad, cuando llegue la ocasión, que es mejor quedarse en casa, para que los que se dedican al despilfarro coantinuen haciendo de las suyas...o, sea, que lo mejor es cargarse el sistema por falta de confianza.


Por Juan Carlos 2013-03-28 19:30:00

Cuando los votantes siguen votando al que derrocha y malversa con posterioridad a estos actos, incluso dándoles mayorías absolutas, por supuesto que son culpables, amigo. En cuanto a nuestros empresarios, ligaron su suerte al ladrillo, se endeudaron mucho mas que la administración pública y mostraron una ineptitud mucho mayor que la de los políticos tan denostados. La deuda de las grandes constructoras y promotoras con el sistema bancario seguramente se acerca a los 80.000 millones de euros.


Por ASTUR 2013-03-27 18:53:00

Decir que votaron en masa a los alcaldes constructores es decir demasiado. Habrá habido alcaldes constructores y otros sin construir, pero echar la culpa al votante no me parece justo. Es algo así como poner al carro delante de los bueyes. De todas las maneras, por si acaso, la próxima vez no pienso votar porque todo va a seguir igual por culpa de estos políticos que tenemos que sólo vienen a ganarse un buen jornal.


Por honorio feito 2013-03-27 16:37:00

De la malversación de fondos que azuza a los partidos políticos, de los desmanes de algunos de sus gestores y contables y de las prebendas que acompañan a los que pertenecen a la "casta" no tiene la culpa el que vota, amigo, sino el que malversa, se lo lleva y lo malgasta. Admito que a los que votan les tachen de ignorantes, o crédulos, pero los chorizos tienen nombre y apellidos y va tanto para el que se lo lleva como para el que consiente y se calla, y estos son tantos o más.


Por Juan Carlos 2013-03-27 09:02:00

Entre el 2000 y el 2007 los ciudadanos españoles votaron en masa a los alcaldes constructores y el sector privado se volcó en la construcción. Dejémonos de memeces sobre la "casta política" porque parecemos niños echando la culpa a "papa".


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