Jueves, 05 de diciembre de 2024
Carta semanal del Arzobispo de Oviedo
Voluntarios: una forma cristiana de vivir entregados
Queridos amigos y hermanos: paz y bien.
Los voluntarios son una forma de compartir la vida que no se deriva de un sueldo o de una militancia especial. Voluntariamente se aprestan a hacer un servicio por amor a Dios, por amor al prójimo, o por amor a los dos. Sus saberes aprendidos en las aulas o aprendidos en la vida, se hace servicio. Su tiempo, que bien podría estar empleado en intereses propios legítimos, se pone al servicio de los demás. Su ocio y sano divertimento, se supedita al servicio de entrega a los otros.
En medio de tantos ejemplos de insolidaridad egoísta, de corrupción aprovechona y trucada, destaca el ejemplo de quienes se hacen voluntarios dando a toda la sociedad lo mejor del corazón humano. Este año está dedicado internacionalmente al voluntariado. Como gesto solidario, cualquiera que sea su motivación, sus objetivos, ya merecen toda la consideración agradecida, y representan ese reflejo de la bondad del corazón que tienen las personas. Ojalá hubiera más voluntarios en tantos flancos abiertos, en tantos frentes, en tantas penurias.
Pero los voluntarios cristianos tienen un secreto que les identifica. En ellos se da un motivo claro y distinto que no busca comparaciones indebidas, pero sí permite conocer por qué el voluntario cristiano hace lo que hace, cómo lo hace, y sobre todo por Quién lo hace. Ese secreto tiene un nombre, un rostro: Jesucristo. El Señor se hizo voluntario de la voluntad del Padre Dios. Y por amor al Padre se hizo hermano de cada hombre y cada mujer sin dejar de ser Hijo de Dios. No les dedicó un rato, ni siquiera un tiempo, sino toda la vida entregada por entero. Ese gesto de divina solidaridad es lo que conmueve al cristiano para ir a sus hermanos con la misma entraña de caridad, que es el nombre cristiano del amor.
Son tantos los cauces del voluntariado cristiano, pero vale la pena recordar algunos de ellos. Desde los que colaboran en las parroquias en los diferentes ámbitos de la catequesis, la caridad, los enfermos, la acogida, la liturgia, la limpieza y el orden, el tiempo libre, los pobres, etc., hasta quienes se hacen voluntarios en las instituciones eclesiales que escenifican en el terreno nacional e internacional el compromiso que la Iglesia Católica tiene como empeño por fidelidad a Jesucristo. Una de esas instituciones eclesiales, y no la única, es Cáritas. Dentro de unos días celebraremos el día del voluntariado de Cáritas en la Diócesis. Será una ocasión para encontrarnos, orar juntos dando gracias al Señor, compartir nuestros esfuerzos y empeños, y alegrarnos en torno a un breve refrigerio. Nos encontraremos para dar gracias al Señor, a los hermanos, y para pedir gracia en todos nuestros trabajos.
Es hermoso poder reconocer en los rostros de los voluntarios a esas personas que no son anónimas, y que no ponen precio de ningún tipo a su entrega. Sirven voluntariamente a los hermanos, particularmente a los más necesitados, por amor y a ejemplo del Voluntario por excelencia que es Jesucristo. Bien lo saben los pobres de siempre y los pobres de ahora. En las puertas de Cáritas se agolpan y llaman los que saben que es inútil llamar a otras puertas. Y detrás habrá gente cristiana que como voluntarios de la caridad evangélica les atienden, les escuchan, les orientan, les canalizan concretamente la ayuda que necesitan.
La Iglesia no es una multinacional de servicios, sino la comunidad cristiana que se pone al servicio multinacionalmente. Así fue el encargo del Señor en su despedida: id al mundo entero, anunciad la Buena Nueva. Nuestros voluntarios de Cáritas salen al encuentro de cuantos necesitan en su vida escuchar una buen noticia que no engaña, que no les exija como contrapartida nada distinto de la gratuidad: la dignidad, la libertad, la felicidad, la gracia de la salvación redentora por las que dio su vida Jesús.
Nuestros voluntarios son una buena noticia. Recibid mi afecto y mi bendición.
+ Jesús Sanz Montes, ofm Arzobispo de Oviedo
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