Yo estuve allí y no tiene ninguna importancia; pero me interesa testimoniar mi identificación, mi coincidencia con digamos, la casi totalidad de las peticiones que se hacía en la Glorieta de España, Murcia, en la Plaza de San Jaume, en Barcelona o en la Mayor de Madrid. Claro que hablo de las concentraciones del sábado, del domingo y la del lunes, pasados, de este mes de mayo, cuando todavía no ha acabado la que se produjo el martes, día 15, por aquello de que no se puede estar en todos sitios, a la misma hora y todos los días. Pero queda clara mi postura, personal, acerca del Movimiento 15-M, que este año parece que ha sido conducido con corrección ciudadana y con absoluto civismo, esta vez, sin ningún incidente fuera de lo normal independientemente de que se esté acorde con la totalidad de sus propuestas.                

          Naturalmente pude oler el ambiente que se respiraba entre tanta multitud, y aunque es verdad como me contaba algún familiar, que habían personas muy engañadas sobre los motivos por los cuales estaba allí .- se cuenta el caso de una abuela había que ido porque le aseguraban que el gobierno quería ver a sus nietos otra vez de analfabetos-,  ( cosa que me recordaba cuando en una elecciones municipales predicaban que si no votaban a los socialistas volverían los piojos), lo cierto es que las reivindicaciones que  hacían era de lo más justo y necesario. Y sobre todo algo que debe de aclarar cualquier opinión, y es que esta gente que se manifestaba en pueblos y plazas de España, se rebelaban contra un sistema injusto, se levantaban contra una situación ya insostenible de pobreza, el 20% ronda la pobreza, el paro, casi un 24 %, y además la desesperanza que nos da un gobierno incapaz – fuera herencias ya sabidas-, de traernos un futuro mejor., perdido entre las prebendas de los políticos,             

       Este año, el 15-Mayo-, ha venido con ganas de sentar bases para la transformación de la sociedad, y quizás sea el principio para que en cuanto la democracia abra de nuevo las urnas, amanezca una primavera distinta y más alegre, quizá recordando la vieja aspiración que aprendimos de jóvenes cuando cantábamos aquello de “volverá a reír la primavera”, que seguramente a esto se refería. A un tiempo en donde todo un pueblo recitara consignas de justicia, de pan y de patria. En realidad yo me encontraba absolutamente feliz de notar que el pueblo no estaba tristemente dormido, anestesiado por las cadenas de una sociedad llena de corrupciones, de chanchullos, de nuevos caciques, de eternos enchufados, de castas políticas viviendo de sus puestos en bancos, en Cajas, en empresas públicas, en Fundaciones “ad hoc”, es decir, creadas para ellos y por ellos, etc. etc. Y mientras, embargos, desahucios, recortes, en los que lamentablemente no podemos combatir en igualdad de oportunidades.              

      Naturalmente que estuve allí, coincidiendo plenamente con sus pancartas y con sus lemas: ¿Y quién no estaría si lo que se pide con indignación, y con firmeza, es un futuro mejor, una sociedad más limpia, unos hombres y unas mujeres más libres?. Desde luego no hacía falta que yo estuviera allí físicamente, porque estaba de alma y corazón junto a los míos, junto a mi pueblo, que esta vez sí, estaba en la onda de cualquier español con sed de dignidad, de integridad, de libertad.