Sabado, 23 de noviembre de 2024
El historiador más artista de la Península.
Apología de Oliveira Martins
De Joaquim Pedro de Oliveira Martins tenía buenas referencias desde hacía bastante tiempo, pero no fue hasta poco antes de mi viaje a Coimbra en el Año de Nuestro Señor de 2009 cuando de veras comencé a leerlo a fondo, con aquellos dos tomos de “Portugal Contemporâneo”. Ya en Coimbra y a través de Bertrand Livreiros adquirí “A vida de Nun Álvares Pereira”. Y a posteriori, por contactos libreros de la misma ciudad del saber luso, tuve entre mis manos la “História da Civilização Ibérica”.
Como intenté en una entrevista que me realizó Lola Chaves para Canal 4 Aljarafe, dentro de mi gusto por las letras lusitanas, uno de los autores que más me ha impresionado es Oliveira Martins. No sólo hizo literatura historiográfica, fue un eminente polígrafo, y según Marcelino Menéndez Pelayo y Miguel de Unamuno, fue el historiador más artista de la Península.
Es muy difícil hacer historiografía en una prosa sublime y “poetizante”. Oliveira Martins lo hacía y con facilidad. Son las cosas de la naturaleza y el talento. Tiene un tono lírico indudable, que caracteriza a la literatura portuguesa, y también a parte de la gallega, como son los casos de Rosalía de Castro o J. Manuel Pintos. Tiene una habilidad para la narración y la descripción en consonancia con los desarrollos y los desenlaces que hacen de sus libros una lectura rápida, cálida y apasionante. Acaso nadie como él ha contado el importante episodio de la Guerra Miguelista. Acaso nadie como él ha navegado tan procelosamente por los mares de la historia lusa y también del vecino español, con esa calidad brillante que atesora su legado polifacético.
Con todo, creo que para hablar mejor de este eminente escritor hay que ir comentando algunas de sus obras:
-“Portugal Contemporâneo”: Una obra que recibí muy bien encuadernada. Hasta entonces sólo había leído cosas sueltas. Y ahí comprobé la calidad de su estilo. Los juegos de palabras, las comparaciones, las metáforas, los epítetos…. Y todo centrado y relacionado en un contexto del cual el lector no se puede salir aunque quiera. Estamos ante una lengua portuguesa culta y decimonónica, lo cual puede entrañar algún tipo de dificultad al principio, mas nada que no sea subsanable con constancia y ayudita.
Una vez más, es de recibo resaltar la ignorancia que tantos españoles tenemos de la Historia del vecino y hermano. Ya vuelvo a recordar que apenas en la universidad tuve una asignatura optativa de Historia de la Colonización Portuguesa en el Brasil. Con Oliveira Martins he comprobado cómo la historia de las dos patrias peninsulares es "peligrosamente" paralela. Nuestro autor realiza una crítica harto constructiva, si bien tiene pasajes que nos pueden parecer a priori "irreverentes". Centra esta obra desde las postrimerías de la invasión francesa hasta el reinado de SMF Miguel I, y luego hasta la “Janeirinha”, ya casi adentrando en el último cuarto del XIX. Aborda diversas cuestiones religiosas, sociales, culturales, políticas y económicas, también cuestiones espinosas como el iberismo, con conclusiones personales y generales. Las distintas personalidades de la desgraciada historia contemporánea lusa encontrarán un marco explicativo sumamente incisivo en su pluma. Así como el brutal intervencionismo extranjero, que se comportó con Portugal como si éste país fuera una suerte de protectorado, y no sólo Inglaterra, aunque quizá sea la que más sobresalga en ese sentido. De manera entrañable, puedo resaltar el hermanamiento desde primera hora entre miguelismo y carlismo, y la presencia de legitimistas del Viejo Continente (Con apellidos ilustres de este cantar de gesta, como Bourmont o La Rochejacquelein) en los ejércitos apostólicos. Y hasta de manera entrañable, si se quiere, comprobar un paralelismo que a veces se nos hace escalofriante, comprobando cómo en la desgracia parecemos ser más hermanos, por más que queramos distanciarnos, odiarnos o ignorarnos. ¡La cantidad de afrentas que hemos sufrido y seguimos sufriendo en nombre de la libertad y el progreso! Ahí mete el dedo en la llaga el genial Oliveira. Y para sorpresa de muchos, es más "comprensivo" con el miguelismo que con el liberalismo.
La obra en sí no es demasiado extensa para la intensa temática que ocupa. Una de las grandes habilidades de este eximio historiador es su capacidad de síntesis, y es que estamos ante una especie de tratado del ser lusitano.
-“A vida de Nun´Álvares Pereira”: Un amigo del otro lado del Guadiana me comentó que gracias a este libro podría paladear los episodios que se ciernen sobre lo que mayormente se conoce como Aljubarrota.
D. Joaquim Pedro, en una prosa excepcional, acompañada de una rigurosidad historiográfica soberbia y de unos tonos poéticos sublimes, hace toda una biografía que se merece San Nuño de Santa María. En este libro encontramos al hombre, al soldado, al caballero, al místico, al piadoso. Encontramos las difíciles contiendas de la Península en la galopada hacia el ocaso medieval, que a veces, me hace recordar a las disputas entre las distintas tribus celtibéricas. “Razzias” sucesivas que se sucedieron a ambas orillas del Duero, en una península que aún no se había librado del todo del enemigo muslímico. Saqueos e injusticias se sucedieron, mas San Nuño de Santa María jamás permitió que saquearan iglesias o que violaran doncellas, castigando duramente a quien lo hacía. Es un ejemplo ilustrativo de quien encontraba en la oración el reposo y la paz de este mundo, en quien quiso mantener su castidad y no pudo por "presiones familiares", en quien consagró su vida a su patria y a la fe y no tuvo más ambición que ser el padre de los pobres, en una época situada ante el cisma de Aviñón. Nun´Álvares encarnó con congruencia la figura del “cavaleiro monge”, el cuartel y el monasterio, la cruz y la espada. Todo un ejemplo de vida hacia el sacrificio que debería ilustrarnos. Relacionándolo en un ambiente cultural/literario con la caballería de la tabla redonda (Aura que tanto influenció y que tanto "denunció" Cervantes a los años), Oliveira Martins escudriñará todo un mundo social, político, cultural, económico y religioso en unas reflexiones antológicas.
De entre las curiosidades que me llaman la atención, destacaría que Oliveira Martins sitúa el comienzo de las alianzas anglo-lusas en este periodo. Era otra Inglaterra, pero ya tenía sus ambiciones para con la Corona de Castilla y para con toda la Península en verdad. Aquí fue Inglaterra la aliada de Portugal y Francia la de Castilla.... Acaso un mal presagio.
Oliveira Martins va a acudir a las más variadas fuentes, detallando una concienzuda bibliografía, y con su personalidad y sabiduría, nos va a sumergir en la figura de San Nuño como un espejo para entender la Lusitanidad. Cosa que por supuesto, logra, aun con matices. Y yo, acordándome de la estatua del caballero santo allá frente al monasterio de Batalha.....
De entre las reflexiones finales que se hace este gran polígrafo portucalense, yo destacaría la siguiente: "Com o findar do século XIV mudam as coisas, e os sentimentos novos que se definem preparam o regime posterior do dualismo, em que o antigo reino de Castela, passando mais tarde a chamar-se a Espanha, exprime com uma palavra só o pensamento unitário da sua existência. Na Espanha ficava todavia Portugal, e depois do baptismo de 1385, Portugal era também uma naçâo; e também no espírito dos seus monarcas principiaram a florir as ambiçôes de realizar a unidade a seu benefício. Ao problema propriamente geográfico acresceu desde logo o problema orgânico, pois a ideia nova de Naçâo diferia por completo do facto espontâneo dos estados medievais. Eram, estes, agregados de famílias nobres e de vilas burguesas; existiam, federativamente, por justaposiçâo, indiferentes ás condiçôes de proporçâo: a grandeza estava no esplendor das façanhas heróicas! Agora, a naçâo surgia com os caracteres de um ser uno e vivo, tendo como cérebro o Pensamento, incarnado na pessoa simbólica do rei. Das proporçôes do estado dependia a sua grandeza; da sua grandeza; da sua grandeza e possibilidade de satisfazer á missâo magnífica em que se sentia investido. Impossibilitado de ser expandir na Península, Portugal viu-se forçado a embarcar. Ceuta foi a primeira viagem: Alcácer-Quibir a última. E impossível reconstruir a histórica com hipóteses; mas a imaginaçâo pára inquieta perguntando, se, com efeito, o sonho de Campanelha nâo poderia ter sido um facto, caso o filho de D. Joâo II nâo tivesse morrido de uma queda estúpida. O herdeiro do Trono de Avis, monarca de toda a Península, senhor de todo o mundo extraeuropeu, poria tal vez sobre a cabeça a coroa de um império maior e mais firmed do que foi o de Carlos V. Unificando-se politicamente a Península pelo ceptro de um rei português, enfeixando-se todos os reinos da Espanha no período ascencional da sua fortuna, possível que a Portugal sucedesse como ao Aragâo, ao passo que, depois, quando, sobre uma catástrofe, a uniâo se fez, o povo que num século atingira a plenitude da glória, identificou a uniâo com a desgraça, chorando nas mesmas lágrimas a independencia perdida e a fortuna dissipada. E se o acidente fatal de 1491, quando a princesa Isabel de Castela ficou viúva, nao tivesse malogrado a ambiçâo ingente do maior homem, talvez, que em Portugal nasceu, a coroa do herdeiro de D. Joâo II, rutilante com as visôes diamantinas de Nuno Álvares, que foi o Paracleto português, a coroa rutilante de Avis nâo teria, é quase certo, rolado pelos areais de Alcácer-Quibir, dispersando as suas pedras desengastadas como lágrimas soltas na face adusta da afliçâo cruciante de um povo. Esta afliçâo, esse doloroso martírio com que nós, portugueses, pagámos e ainda pagamos, um instante de fortuna incomparável, nâo devem hoje surpreender- nos pois uma das verdades sabidas é que os momentos de bem-aventurança na terra sâo expiados sempre por largos tempos de amargura. O homen nâo nasceu para a felicidade, por isso mesmo que a Natureza lhe deu a imaginaçâo com que se eleva acima do mundo: a felicidade é o estado próprio dos seres apenas vegetativos. Tempo houve, porém, em que desta própria amargura da vida, a imaginaçâo huana fez a escada mística por onde subia, das portas da morte, as visôes luminosas do Céu. Exemplo superior da concepçâo cristâ da vida, e por isso venerado como santo, Nuno Álvares é porventura o tipo culminante da energia própria desta nossa raça peninsular ibérica, idealista na alma, e afirmativamente heróica. O heroísmo encontrou objecto no sentimento histórico da independencia que transformou em consciência nacional; o idealismo vasou-se no credo religioso que havia de abrasar toda a Espanha, produzindo um dos fenómenos mais extraordinarios da alucinaçâo colectiva....
.... Nos tempos modernos, ninguém soube a Vida melhor do que nós, os povos da Espanha: isto é, ninguém afirmou tâo superiormente a energia da vontade humana. Ninguém tampouco melhor soube morrer, do que o povo que incarnou em sí, paradoxalmente, a teoria da Morte no seio do Eterno: esse pensamento agudo como a lámina de uma espada que, dobrando-se e traspassando o mundo na sua redondeza, veio cravar-se no coraçao para no-lo-dessangrar. A Espanha foi vítima de um erro de definiçâo; e se um dia os homens atinarem com a verdadeira teoria da Vida, ninguém, tampouco, saberá morrer por ela como o povo de entre todos gerado para o heroísmo."
No dejan de ser reprochables algunas de las sentencias aquí vertidas, y más en el contexto que analizamos, que nos recuerda los defectos político-filosóficos de aquellos apegados al "progresismo histórico" portugués, como fue el caso del autor que nos ocupa. Mas a mí, particularmente, me ha llamado mucho la atención. Alejémonos de rencores. Portugal y España, como dice Rafael Castela Santos, por Aljubarrota, pero también por Toro. Indaguemos en la Historia, y sepamos ir a las fuentes y a su desarrollo para con los tiempos como hacía este prohombre de ciencias y letras, siempre en busca de la verdad. Como coletilla mía, diré que, eso sí, que no entiendo muy bien que muchos de los que presumen de "afirmación portuguesa" (Que no todos) tenga que ser "en contra de España" o "contra Castela"…. Es como si nosotros nos obsesionáramos con la batalla de Toro como "mito afirmativo" contra un Portugal que invadió nuestro suelo para inmiscuirse en nuestra política. La Historia es la que es, y en ambas patrias ibéricas se inscribe bajo el sol de la Cruzada. Y tanto Castilla intentó influenciar en Portugal como Portugal en Castilla, y, como deja entrever Oliveira Martins, muchos nobles portugueses ansiaron la unidad peninsular, pero buscando que fuera Portugal el "reino dominante". Lo bueno es que a pesar de las luchas que se sucedieron, a ambas orillas del Guadiana no se veían como "necesariamente extraños", cosa que por desgracia ha ido cambiando con el paso de los tiempos y sobre todo, por la infiltración francesa y británica en la Vieja Hispania.
-“História da Civilização Ibérica”: Hemos aquí libro que, sin ser extenso, es toda una compilación desde la más remota Antigüedad hasta el XIX que le tocó vivir a nuestro autor. Uno de los temas más apasionantes a mi juicio radica en los estudios en torno a lo ibero y lo berberisco: Creo con D. Joaquim Pedro que en buena medida la historia andalusí no está bien contada, y es porque muchos se empeñan en "lo árabe" como si el mundo andalusí hubiera sido homogéneamente étnico y cultural árabe…. Nada más lejos de la realidad. Dentro del mosaico etnocultural que fue Al Andalus, la impronta mayor fue la de los bereberes, los mismos que hicieron la conquista de Hispania desde el mando de Tariq Ben Ziyad, la misma sangre que corrió siglos atrás por San Agustín de Hipona o Cipriano de Cartago, la misma sangre que engrosó las filas de Cartago y luego la de Roma; sangre que Oliveira Martins estrecha en conexión desde lo antiguo, viendo en lo bereber y lo ibero una comunidad de origen. El gran polígrafo luso escribía en el siglo XIX y se hacía eco de corrientes muy de su época, así, hoy no está tan irrefutable el origen norteafricano de los iberos, y sabemos que los bereberes no proceden del tronco cultural semítico. Pero sí concordamos en la base, y más por excelentes ejemplos descritos en figuras como el “marabú” o la “djemâa”, el “marabú” como "príncipe guerrero-sacerdotal cercano al pueblo", alejado de las "majestades divinas lejanas" de otra amplia gama de culturas; la “djemâa” como "núcleo poblacional-político", germen del municipalismo más celoso. Si a ello añadimos un férreo culto a los antepasados, una alta conciencia de libertad, una "mentalidad autárquica", el amor irrefrenable por la lengua materna, así como las estructuras en agricultura, sociedad, economía y ejército, veremos que estos parangones culturales se van a dar en nativos del norte africano, la península ibérica y en importantes puntos itálicos. Así, estos pueblos, viendo pasar por su solar una variedad de oleadas, como otros tantos pueblos del mundo, han conservado un sustrato antiguo que llevó a Schulten, aquel arqueólogo germano enamorado de Tartessos, a decir que en España pervive extraordinariamente lo arcaico. Así, Oliveira Martins defiende que cuando los pueblos ibéricos se han visto presa de la desorganización, han acudido a sus tradiciones más primigenias cual arcano sublime, poniendo ejemplos como los de las Cortes de Aragón. También en la figura de guerreros como Ben Hafsun o el Cid entronca lo ibero con lo berberisco. En lo idiomático se perciben parecidos pero aún no conclusiones claras, y lo cierto es que el origen de pueblos como bereberes (Que van desde Marruecos hasta los lindes egipcios), iberos o vascones sigue siendo un enigma; pero no es menos cierto que existe una serie de parecidos más que razonables. Se tiende mucho a confundir lo bereber y lo árabe, sí es cierto que desde siglo, son "pueblos yuxtapuestos" o algo parecido, pero distintos, y de hecho los árabes motejan a los “imazighen” como "los bárbaros". Asimismo, son los bereberes los antepasados de los guanches de las Canarias, al menos en lo cultural. ¿Seguiremos pareciéndonos en el carácter tozudo, levantisco, más bien indisciplinado que se une principalmente cuando hay un nexo espiritual claro y compartido? Es posible. En tipos físicos, aunque el correr de los siglos y la religión, la mezcla ha sido distinta, aún se aprecia también. En lo religioso, cabe destacar que ya el paleógrafo Bischoff avistó influjo norteafricano en la liturgia paleocristiana de la Hispania visigoda; y así de nuevo repetimos los nombres de San Agustín de Hipona o Cipriano de Cartago; siglos antes de que las tropas berberiscas entraran una y otra vez en la península como muslimes, ya con Tariq, ya con Almanzor, ya con almorávides, almohades o benimerines. Fueron los bereberes los que en Al Andalus se rebelaron contra los árabes al ser desplazados cuando ellos habían hecho la conquista, y al final terminaron dominando. Los árabes acudieron a los “samiyyun” sirios, y también tenían guardias eslavos y etc.; pero lo bereber y lo muladí hispano ejercieron una impronta propia como no se vio en el mundo islámico. Creo que medularmente es la parte que mayor he degustado.
Así las cosas, creemos que aun siguiendo en la “História da Civilização Ibérica” podemos hacer un balance más o menos general. En primer lugar, no estamos de acuerdo con lo siguiente:
- Una mentalidad prácticamente “evolucionista” y un tanto ideologizante al respecto, con lo que ello comporta.
- En la península sí que hubo resistencia contra Cartago y en la misma Turdetania tenemos constancia de caudillos como Culchas y Chalbo que lucharon contra la potencia bárquida.
- Creo que exagera demasiado en el "exotismo sensualista" al definir a la "raza árabe", una raza que en modo alguno es tolerante. Ningún pueblo en la Antigüedad lo fue y en verdad en la actualidad tampoco; básicamente porque “tolerancia” viene a ser que se “soporta algo que de por sí es malo”, por más que las ideologías nacidas al calor de la Revolución Francesa hayan querido darle la vuelta al concepto. Por otra parte, ya vemos en Hiroshima, Nagasaki y el “Gulag” lo que es la tolerancia, la misma de Guantánamo…
Como añadidura, valga reseñarse que la misma “raza árabe” conserva una fuerte mentalidad aristocrática.
- Creo que muchos de sus análisis sobre el cristianismo no son de recibo. Ni los del paleocristianismo ni los de la Reforma. Confunde muchas veces el panorama católico antepasado con personalistas conclusiones pseudobudistas.
- Sus conclusiones finales sobre el "cientificismo ilustrado solucionador" se han demostrado como una gran farsa.
Con todo y con eso:
- Oliveira Martins no va a caer en el soberbio presentismo. Tiene por la contra un grave espíritu crítico y analítico, y aun con sus tics ideológicos de la corriente del "progresismo histórico", es una lucha constante por la objetividad.
- Trabaja un lenguaje tan genuino como delicioso. Historiografía en prosa poética juntando lo lírico y lo épico, jugando con la imaginación psicológica y el rigor veraz.
- Es un trabajo encomiable, un esfuerzo por la síntesis, y una explicación detallada de las semejanzas y diferencias históricas entre las patrias de la península hispánica. Es único en explicar el genio peninsular y su expansión universal.
- Aportación de datos valiosísimos. Como ejemplo, la revuelta que juntó a los judíos peninsulares y norteafricanos en el 694 que pretendió convertir a Hispania en un estado mosaico.
En resumidas cuentas: Uno de mis historiadores de cabecera, un gran alimento intelectual, una recomendación siempre viva.
Antonio Moreno Ruíz
http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.com
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