Sabado, 23 de noviembre de 2024

Banca a la desesperada

   En buena medida dicha deuda es adquirida por la banca nacional, que luego se las entrega al Banco Central Europeo a cambio de liquidez, pagando por esta última operación un precio. La “gracia” es que este precio, este interés, es mucho más elevado que el que tenía hace unos años en que se empleaban pactos de recompra (repos). Hoy esto ya no es posible puesto que nadie se fía del actual sistema financiero español. En resumen, este es uno de los motivos por los que los bancos y cajas españoles tienen problemas de liquidez.

  Otro problema de nuestro sistema financiero es que sus índices de morosidad son bestiales. Presumiblemente mucho más elevados de ese 7% que el reciente 14 de junio reconocía Isidro Fainé, el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros. Es evidente que con un 20% oficial de desempleo (vaya “usté” a saber cuál es el porcentaje real), salarios a la baja, impuestos rampantes e inflación desbocada, pocos españoles pueden afrontar el pago de los compromisos adquiridos, ya estemos hablando de hipotecados o empresarios. En resumen, este es uno de los motivos por lo que los bancos y cajas españoles tienen problemas de solvencia.

  Así las cosas, “nuestros” bancos se ven incentivados a entablar una guerra suicida por la captación de pasivo que alivie sus problemas de solvencia y liquidez. Suicida porque los rendimientos de estos depósitos a plazo son excesivos y se comen sus márgenes comerciales; es decir, estamos ante uno de esos casos en que la lucha por mejorar resulta en un empeoramiento de la condición de todos los participantes en esa lucha. Pero no todos los bancos y cajas son iguales... parafraseando a Orwell podría decirse que algunos “son más iguales que otros”. Veamos por qué.

  El 26 de marzo de 2011 se celebró una reunión en Moncloa entre ZP y 41 empresarios. De entre todos ellos, sólo un banquero le pidió que no se fuera. Sí, el mismo que apoya incondicionalmente a su turbio vicepresidente, respaldó al actual presidente del gobierno durante las elecciones de 2008 y que le da cada cierto tiempo toquecitos de atención para que no olvide cuáles deben ser los intereses de España. El resto de empresarios, visto el comportamiento del “rey de la pela”, se comportaron como buenos chicos y dejaron las pruritos patrióticos para mejor momento.

  El caso es que, aprovechando que España debe trasponer una directiva comunitaria referente a los coeficientes de reserva y las retribuciones de los directivos de banca (la regulación al respecto con ocasión del FROB era un choteo), el gobierno de ZP ha decidido que ya es hora de devolverle el favor al banquero, solucionando sus problemas de márgenes comerciales a la vez que se agravan los de otras entidades competidoras, debilitándolas así hasta forzar su rescate público, limpiando así el detritus de sus balances con la saca del contribuyente y llenando la saca del banquero con todo lo demás.

  ¿Cómo?

  Pues el Gobierno obliga por decreto (caña y pincho a que el PP no abre la boca) a imponer una tasa a los depósitos de alta remuneración surgidos a raíz de la guerra del depósito, obligando además a que aporten hasta cinco veces más al fondo de garantía. Si en la actualidad los bancos deben aportar al fondo el 0,06 por ciento de ciertos depósitos, las cajas el 0,1 por ciento y las cooperativas de crédito el 0,08 por ciento (aunque esos son porcentajes máximos y los realmente vigentes son inferiores), en caso de que una caja decida comercializar un depósito retribuido por encima de los límites que establece el gobierno, deberá contribuir con un 0,5 por ciento, es decir cinco veces más.

  Obviamente, los beneficiados por tal regulación son los bancos nacionales más poderosos, así como los bancos extranjeros ING Direct y Espirito Santo (que no están obligados a adherirse al Fondo de Garantía de Depósitos español, ya que basta con el de sus países si es que aquéllos cubren los 100.000 euros por depositante), mientras que las perjudicadas son las cajas más débiles y con mayores necesidades de liquidez y problemas de solvencia, obligadas ahora a tirar de oficinas para compensar la exanguinación de esta importante vía de financiación.

  ¿La excusa?

  Cómo no: el "interés general". Y es que para Rubalcaba, esos rendimientos redundan en “créditos más caros para todo el mundo". 


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