Sabado, 23 de noviembre de 2024
Casa sin amo
Los problemas económicos de España proceden de los años 70. Aquella época no sólo fue la década de la crisis del petróleo, sino la de nuestra transición política, de forma que España tuvo que afrontar simultáneamente graves problemas institucionales y económicos.
Era un secreto a voces que nuestra economía precisaba urgentes reformas laborales, monetarias y fiscales, que a su vez requerían profundas transformaciones institucionales. Pero estas últimas no podía afrontarlas un régimen carente de legitimidad (inexistentes Cortes Constituyentes), muy impopular (recordemos los años de plomo de ETA o los primeros años de la locura autonomista), sin identidad nacional (autonomías, discriminaciones lingüísticas, rechazo de la identidad católica) y genéticamente alérgico a la adopción de medidas impopulares (así son las “democracias” contemporáneas).
Por tanto, pasaron los años pero aquellas transformaciones no llegaban. Por si fuera poco se cometieron monumentales errores de estrategia económica que agravaron la situación económica y social de nuestro país, hasta llevarlo al insoportable extremo actual. Los más graves:
1º. Moratoria nuclear: sea más o menos popular, más o menos recomendable, es la única forma de generar energía eléctrica barata y abundante, algo con vital importancia en el coste de producción de los bienes y servicios que puede ofrecer nuestra economía.
2º. Desastrosa estrategia de infraestructuras: en vez de concentrarse en la modernización del transporte ferroviario convencional de pasajeros y mercancías, se optó por el ferrocarril de alta velocidad, carísimo de construir y mantener, con una tasa de ocupación del 17% y con un desorbitante precio por billete si se compara éste con nuestros sueldos. Por si fuera poco, la red española de AVE se hizo de forma chapucera, pues los trenes no pueden superar los 200 km/h en sus trayectos debido -entre otras cosas- a que en las vías se decidió disponer el tradicional balasto (cama de piedras) en vez de sólo hormigón (si el tren alcanza los 300 km/h, el aire que mueve el convoy levanta las piedras del balasto, que impactan contra el propio tren).
Las carreteras, autopistas y demás vías convencionales son construidas a cargo de fabulosas transferencias de la Unión Europea, pero se estima que sólo quince de cada cien euros invertidos llegan realmente a la obra, el resto se pierde por el camino... y hay que pagar su mantenimiento día tras día. No se nos olvide hablar de la duplicación innecesaria de vías o los peajes abusivos, que encarecen el tránsito de personas y mercancías.
3º. Nefasta política comercial: las negociaciones comerciales con el resto de países de la Unión Europea han sido negligentes y serviles. No se protegió adecuadamente a la empresa nacional frente a la compra o competencia extranjera, de forma que los centros de decisión se trasladaron a Francia, Alemania, Gran Bretaña, Japón o Italia, y con ello ya podemos intuir qué plantas serán privilegiadas frente a otras.
4º. Adicción al sector público: no hablaremos del PER, soborno caciquil en toda regla con cargo al contribuyente; sino de la indefensión de nuestro tejido productivo a cambio de percibir transferencias de la Unión Europea, invertidas en infraestructuras (vid. supra, 2º) con el objeto de paliar el consiguiente descalabro productivo. Esta medida, junto con una política monetaria expansiva, logró disimular parcialmente el brutal aumento del desempleo en nuestra economía hasta el año 1995, pero a cambio elevó el nivel de precios del país, empeorando aún más nuestra competitividad internacional.
El funcionariado del tinglado autonómico (inflación legal y orgía de subvenciones aparte) fue una forma de esconder el monumental fracaso laboral de la política económica de la democracia, especialmente a partir del año 1996. Todas las reformas institucionales que España demandaba en 1978 las vamos a tener que afrontar ahora mismo, de una sola vez, cuando ya se ha acabado la cuerda, cuando no se pueden seguir echando balones fuera, ni arrojando la patata caliente al siguiente gobierno y, lo más importante, cuando ya ha empezado la revolución desde abajo... muy abajo, porque este ya no es el pueblo español de 1978, sino el de 2011, y sabemos lo que eso significa.
Querámoslo o no, ha llegado el momento de que los viejos líderes teman al pueblo español... y de que el pueblo español comience a aterrorizarse ante sus nuevos amos. Recordemos aquí a la anciana de Siracusa que rezaba para que no muriese el miserable tirano Dionisio, pues le habría de suceder otro aún peor.
Comentarios
Por Democracia 2011-05-26 15:45:00
Entre todos la mataron y ella sola se esta ahogando.
Por Añadamos más 2011-05-24 16:01:00
Proletarización de los profesionales, hundimiento de las pequeñas empresas por pacto entre los gobiernos y los sindicatos...
Por Cuerres y Norma 2011-05-24 12:29:00
Eso es lo que te crees tu, todo tiene amo otra cosa es que lo parezca, de todas maneras hay gente haciendo cola para tomar posesión de las cosas y de las casas.
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