El genial gallego, joya de la Generación del 98, forma parte de nuestras influencias desde que en el colegio leímos esa maravilla que es “Luces de bohemia”: Una obra de teatro impresionante, muy cálida y sincera, con unos ambientes y diálogos bien directos, muy apta para el cine. Siempre fue para nos una obra realmente totémica, una admiración sincera ante la definición creativa de lo que Valle-Inclán argumentó como esperpento, esto es, definición de deformación grotesca: El destino trágico y el gesto ridículo…

 Asimismo, destacamos su trilogía de la Guerra Carlista. La Edición de Miguel L. Gil (Colección Austral) nos trae datos muy interesantes acerca de la biografía de nuestro autor; no obstante, en cuanto al análisis del carlismo en particular y de la Historia de España en general cae en una suerte de tópicos deformantes que en absoluto ayudan a comprender el contexto, ni tan siquiera el literario según nuestro humilde parecer. Y es esta visión reduccionista y maniquea de la Historia de España en parte muy culpable de deformaciones e incomprensiones que hasta la actualidad nos embargan. Estamos ante una trilogía de libros no muy voluminosos, que Valle-Inclán pensó en principio para una serie al estilo de los “Episodios Nacionales” de Benito Pérez Galdós. Se iba a titular la serie como “La España Tradicional”. Al final no se llevó a cabo el proyecto como tal y se quedó la trilogía, con el "añadido último" -en “Gerifaltes de antaño”- de “La Corte de Estella”. Don Ramón realizó, pues, el decurso literario a través del carlismo en Galicia, cuyo camino irá extendiendo al de Navarra.

 Nos hemos preguntado muchas veces: ¿Fue verdaderamente Valle-Inclán carlista? Casi diríamos que no, pero por ejemplo su hijo dice que sí, que sí que lo fue antes de su mudanza ideológico-espiritual. Afiliado estuvo y de hecho llegó a presentarse como candidato, y el mismísimo D. Jaime de Borbón le condecoró con la Orden de la Legitimidad Proscrita. Empero, lo que nos interesa aquí no es que Valle-Inclán haga una especie de "apología doctrinal legitimista", que como tal no la hace. Valle-Inclán, acaso en contraposición a la literatura "oscurantista" que durante todo el siglo XIX y parte del XX se cebó contra el carlismo (Por ejemplo "por mor de" Larra y sus proclamas exterminadoras o de su admirado Galdós), aporta un tono épico-favorable en el campo artístico como reclamación de la legitimidad del movimiento político más antiguo del país. Aquí es el carlismo en el plano literario por encima de otras muchas consideraciones, y dentro de ello, podemos percibir cómo nuestro literato se encuentra muy apegado al estilo modernista de su siempre admirado Rubén Darío. En estas novelas hallaremos fuertes tonos esteticistas, quizá en algún parentesco con el "decadentismo" de cierto regusto británico; y ya vemos los albores del esperpento como género artístico. Y todo ambientado en el marco de la III Guerra Carlista, de donde Valle-Inclán recogió mucha información, añadiéndole, pues, ese toque literario con reticencias legendarias y en conexión con nuestro prurito indígena.

Seguimos a Valle-Inclán como maestro creativo y "recreador" de nuestro universal idioma: “Tirano Banderas” es un ejemplo del excelso dominio de la lengua, una novela 50% peninsular y 50% americana, como subrayó Alejo Carpentier.

Creemos, eso sí, que los “tiranos banderas” no son los que Valle-Inclán señaló exactamente, o que al menos, los hubo bastante peores… Y de hecho, los hay…

 En su trayectoria, nunca abandonará los neologismos, galleguismos, americanismos (De los puntos más diversos del continente) y gitanismos, creando un universo enriquecedor, plástico, único. Juega como nadie con el tiempo y el espacio. Fue pionero acaso de, en la misma literatura, tener habilidad de cineasta, pues nos traslada a sus propios tonos de luz. Por ejemplo: Volviendo a “Luces de bohemia” no sabemos en qué año estamos, mas la crítica más o menos concuerda en situarlo en torno a 1920. Bien, el esperpento no se queda en la simpleza, sino al contrario, es muy constructivo. Es un férreo y triste análisis, mas con una puerta abierta a la esperanza, como un servidor también intenta con humildad. Empero, como bien dice Joaquín Valle-Inclán, “Luces de bohemia” es una obra para leer en voz alta, y darnos cuenta de los terribles paralelismos que existen hoy en nuestro país: La denuncia sobre la miseria moral de Valle-Inclán -Apartando, según mi criterio, ciertas paranoias suyas, empezando por la teosofía- está bien candente....

 De “Luces de bohemia” nunca dejaré de destacar la versión cinematográfica, esto es, aquel peliculón de 1985 dirigido por Miguel Ángel Díez y protagonizado por Paco Rabal, Agustín González, Imanol Arias y Fernando Fernán Gómez entre otros. Película muy fiel al libro, captando todos los difíciles y amplios sentidos de Valle-Inclán.

 Y a vueltas con Valle-Inclán es este artículo, así que hacemos una última mención volviendo sobre su obra: El estilo de “Tirano Banderas”, que conjuga en una forma mixta lo peninsular y lo americano, ha servido de referencia a este servidor para escribir su primera novela, “Pasión Llanera (El regreso de Sebastián de Armas*), donde me expreso como español de Andalucía que se adentra en los acentos del norte hispanoamericano de fuerte influjo caribeño, y con ello, reivindicar un acercamiento del mundo hispano en contra del distanciamiento artificioso y el olvido colectivo.  

*http://editorialcirculorojo.com/publicaciones/c%C3%ADrculo-rojo-novela/pasi%C3%B3n-llanera/

Antonio Moreno Ruíz