Domingo, 13 de julio de 2025
todos reconocen que "su actividad ha subido muchísimo y ya ha causado follones en varios sitios"
El retorno de Ahmadineyad
A principios de mes, el ex presidente iraní Mahmud Ahmadineyad apareció ante cientos de seguidores en la ciudad de Jiroft (en el sureste del país), para honrar a las víctimas de la guerra con Irak. El discurso, con una marcada retórica antiestadounidense, recordó a tiempos pasados donde Ahmadineyad se había erigido como el azote de la región frente a Israel y sus aliados. De un tiempo a esta parte, el ex presidente ha ido incrementando el ritmo de sus apariciones públicas apelando a ese momento de gloria, en un país diferente al que abandonó.
Los analistas ya se han puesto manos a la obra para dilucidar las intenciones de Ahmadineyad. Primero, todos reconocen que "su actividad ha subido muchísimo y ya ha causado follones en varios sitios", según el analista Saeed Leylaz. Y si bien el ex presidente todavía no ha respondido a la pregunta de si volverá a presentarse a los comicios como candidato -- a pesar de que hay importantes barreras legales que debe salvar -- todos coinciden en que "para los ultraconservadores es el único que puede enfrentarse a los reformistas y a sus candidatos", añade Leylaz.
"Ellos decían que querían llevar la libertad a Irak y Afganistán. Yo respondo '¿Por qué habéis matado allí a un millón de personas?'", proclamó Ahmadineyad desde su podio -- decorado como un búnker de la guerra --, ante enfervorizados asistentes.
El ex presidente devolvió a la población a tiempos pasados donde se enfrentaba abiertamente incluso al todopoderoso Gran Ayatolá Jamenei, líder supremo del país, cuyo beneplácito necesita el presidente para asumir el cargo. Tres años después de abandonar el poder en manos del reformista Hasán Rohani, los asistentes al mitin de Jiroft recibieron al antiguo mandatario como si de un salvador se tratara. "El único eslogan que necesitamos es que Ahmadineyad ha vuelto", gritaron decenas de seguidores.
Ahmadineyad es consciente de que no tiene mucho tiempo para decidir si se presenta a las próximas elecciones presidenciales de 2017. Algunos analistas consideran que quizás sería mejor esperar hasta 2021, pero no parece tener intención de hacerlo.
Básicamente, Ahmadineyad cree que todo el mundo subestima sus posibilidades. "Recuerdo que una vez le dije que se olvidara de la Presidencia, que era improbable que pudiera conseguir los votos suficientes", explicó un asesor del ex presidente, bajo condición de anonimato, al medio 'Al Monitor'. "Y se enfadó conmigo. Me dijo que yo solo me centraba en Teherán (la capital) y otras grandes ciudades, olvidándome de la popularidad de la que disfrutaba en los pueblos más pequeños".
Porque esto, a grandes rasgos, fue lo que sucedió en 2009, año en el que Ahmadineyad se alzó con la victoria en unas polémicas elecciones donde renovó su mandato con un apoyo aplastante en lugares remotos del país. Ello no impidió que los críticos lanzaran acusaciones de fraude en unos comicios marcados por el arresto de varios opositores y violentas protestas que se cobraron las vidas de entre 36 (según el Gobierno) y más de 150 personas, según la oposición.
Sucede que los años posteriores a su último triunfo no son de grato recuerdo para el ex presidente por dos episodios en particular: su enfrentamiento abierto con el ayatolá Jamenei tras el cese en 2011 de su ministro de Inteligencia -- Ahamadineyad estuvo diez días sin dirigir la palabra a su superior ni acudir a los Consejos de Ministros, quien finalmente no tuvo más remedio que restaurar en el cargo al elegido del presidente.
El segundo es más grave y tiene una importancia directa en su decisión. Se trata de la citación judicial que recibió en 2013, el último año de su mandato, en el marco de unas acusaciones no publicadas que podrían tratar de la supuesta negligencia de su Gobierno a la hora de seguir un protocolo de actuación no revelado. El caso es que Ahmadineyad convirtió esta minucia en un nuevo desafío a la Judicatura al negarse a comparecer. Hasta que no lo haga, y hasta que no reciba el beneplácito de Jamenei, no podrá presentar su candidatura.
"Primero, que le juzguen. Segundo, que se presente como candidato", declaró el diputado conservador moderado Alí Mottahari a los medios oficiales. El temor entre los sectores más centristas, sin embargo, es que en Irán parece muy difícil parar los pies a un candidato con una argucia legal si éste cuenta con los apoyos necesarios, y Ahmadineyad parece tenerlos, comenzando por la influyente Guardia Revolucionaria, el ala más ideológica del Ejército iraní.
"En una Presidencia, el individuo es lo importante. No los grupos políticos. Son las personas las que inician la ola", expica a Reuters el ex ministro para el Petróleo de Ahmadineyad, quien se atrevió a especular con una victoria del ex presidente sobre el actual ocupante del cargo, el moderado Rohani.v
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