Sabado, 23 de noviembre de 2024

Una versión convencional

LUCIA, MEJORÍA “MA NON TROPPO”

            Fue sin duda una representación digna pero con lunares que la deslucieron y que impiden calificar de acierto su resultado.

 Es verdad que ahora es difícil encontrar las voces adecuadas para este tipo de obras debido a cómo se plantean las carreras de los interpretes, llegar pronto, con poca preparación al precio de estropear su “instrumento” que a diferencia de los no orgánicos es irreparable, es decir, salvo señaladas excepciones, estamos ante una generación de cantantes de usar y tirar, de tal manera que es imposible que lleguen a la madurez vocal que requieren este tipo de papeles en que es necesario alcanzar el grado de sabiduría en el que es posible conseguir que todo el cuerpo actúe como caja de resonancia. Si a ello añadimos el nulo interés de esta directiva o al menos de los que diseñan la estrategia artística de la temporada ovetense, por intentar contratar a los que sí han optado por la excelencia alegando escasez de dinero –que sin duda es cierto- pero la competencia se demuestra precisamente logrando aquello que es un reto. Además esta alegación se convierte en una “casi escusa” cuando se traen voces que podrían afrontar solventemente estos papeles para obras en las que la voz es secundaria: un ejemplo clamoroso fue fichar a María Bayo para Diálogos de Carmelitas.     

     Este año se ha apostado por un repertorio tradicional, quizá porque soplan vientos difíciles y es necesario contentar todos los gustos, quizá porque en tiempo electoral –lo era cuando se hizo público el programa- esto último es fundamental.   

       Ayer asistimos a una representación de Lucia irregular con fallos en el entendimiento de los intérpretes, que se hicieron presentes ya al inicio, dónde el coro estuvo inseguro y descompensado, y que  se agrandaron en los dúos de la soprano con el tenor y el barítono. Sin embargo las cosas fueron mejor en el dúo con el bajo para alcanzar un empaste correcto en el bellísimo sexteto.     

     El gran triunfador de la noche fue sin duda el tenor, venido del otro lado del Atlántico, Arturo Chacón Cruz; hacía tiempo que no se oía una voz de tenor como la suya en la temporada ovetense. Está en posesión de un instrumento de gran calidad, de timbre homogéneo y agradable, con un volumen más que notable. En su papel del desventurado Edgardo empezó de menos a más, en el dúo con la soprano del primer acto hubo, como dijimos antes, claros desajustes pero se fue superando y al final, con las dos grandes arias que ponen punto y final a la representación, descubrimos a un intérprete que puede alcanzar la primera fila si cuida sus facultades con el estudio y la paciencia y logra controlar el excesivo entusiasmo dramático que le lleva en ocasiones a comenzar con  una intensidad de volumen que luego cuando los reguladores de la partitura se lo requieren es incapaz aumentar, lo que vuelve, en ocasiones, poco expresiva su interpretación.     

     Mariola Cantarero por el contrario nos demostró que su técnica vocal no es suficiente para abordar un papel de las extremas dificultades de Lucia al que además las capacidades increíbles de las sopranos del siglo XIX y primera mitad del XX habían añadido alardes aún mayores que los que Donizetti escribiera. María Callas vino a limpiar de añadidos innecesarios el papel, ofreciendo una versión personal y única que fue seguida mayoritariamente por las sopranos que abordaron este papel con posterioridad a ella. Pero Mariola no aportó nada quizá porque no puede, es un papel lleno de matices donde la voz, muchas veces en soledad, es decir “a capella”, debe mostrar los más distintos estados de ánimo: la alegría, el amor, el engaño, la lucha entre la lealtad a la sangre o a sus sentimientos, el sufrimiento insoportable hasta desear la muerte y por último la pérdida de la razón. Pues bien Mariola Cantarero no lo consiguió nos ofreció una versión plana, al carecer de la necesaria agilidad vocal para matizar las innumerables fermatas que adornan las notas y en las que se contiene toda la riqueza de estados de ánimo y sentimientos que experimenta Lucia, sus agudos fueron forzados y por tanto sin armónicos, los trinos casi desparecieron y su duelo con la flauta fue ampliamente ganado por esta última. Pero ni siquiera musicalmente estuvo bien porque ya hemos señalado que sus concertantes con el tenor y el barítono, del final del primer acto y comienzo del segundo, estuvieron desajustados, en ocasiones incluso falló la entonación. Es una pena porque como actriz estuvo mucho mejor especialmente en la conocida como aria de “la locura” que Sagi dirigió con mano maestra, muñecos aparte.       

   Dalibor Jenis fue un Lord Enrico aceptable, con algunas entradas fuera de tono como al principio de su dúo con Edgardo en el comienzo del tercer acto y los desajustes ya comentados en su dúo con la soprano, tiene un volumen aceptable pero el color de la voz se deteriora en los graves.     

     Simón Orfila cosechó un gran éxito en su papel de Raimondo el capellán y tutor de Lucia, sin embargo su timbre carece de belleza y el color de la voz no es uniforme, excesivamente clara en los agudos y los graves, no demasiado significativos en este rol, no están en consonancia con el resto. Pero si tiene un considerable volumen, su dúo con la soprano estuvo ajustado y en conjunto defendió con solvencia su papel.    

      Lord Arturo el desdichado esposo de Lucia, es un papel endiablado, de una sugerente melodía pero excesivamente exigente para un secundario, Charles dos Santos cumplió.     

     El resto de personajes secundarios, Alisa, la doncella y confidente de Lucia y Normanno, capataz de Enrico, se mantuvieron dentro de un tono de corrección.    

      El coro estuvo menos atinado de lo que en él suele ser habitual con un comienzo desafortunado que se fue corrigiendo, no obstante no tiene una presencia tan fundamental como en otras obras.          Marzio Conti fue un director musical centrado en la dirección de las voces, como corresponde a una obra que basa el protagonismo de la partitura en ellas, estuvo bien aunque dio una versión demasiado estándar y no fue capaz de evitar los desajustes en las voces que hemos señalado a lo largo de esta crónica.    

      La escena es una producción que ya habíamos visto en este mismo teatro hace unos años. Emilio Sagi fue su director, esta versión trata de aunar el sentido histórico de la obra dándole una vuelta de tuerca que no acabamos de entender, si la cambia de época –como no- y por qué situarla en la segunda mitad del XIX, cuando ya los nobles no guerrean y han perdido el protagonismo en favor de la burguesía, sólo sería entendible como guiño al autor de la obra en la que se apoya el libreto: la desposada de Lammemoor de sir Walter Scott, pero éste nació a finales del siglo XVIII y escribió su obra a principios del siguiente, considerado  uno de los creadores de la novela histórica, por tanto no se entiende su ubicación cronológica salvo el afán del cambio por el cambio que infecta toda la escena operística contemporánea. Es efectiva su alusión a la fortaleza palaciega esquematizada y los colores, rojo de la tela que cubre el escenario desde la boda hasta desaparecer absorbida por el suelo al aparecer por última vez Edgardo  que evoca  la pasión y la sangre derramada y el negro con el que se visten todos los personajes incluido el coro y que puede ser una alusión a la muerte. Sin embargo nunca entendí la cama del primer acto, la omisión de la fuente en el mismo, tan simbólica en el mundo romántico del norte por su vinculación con el presagio y el fantasma, pero qué nos quiere decir con esa cama Emilio Sagi ¿es una alusión a los esponsales, al amor y a la frustración del mismo? En toda caso nada más alejado del espíritu romántico tan desencarnado. Tampoco comprendo el muñeco que saca Lucia en el aria de la Locura, además en lugar de subrayar lo sobrecogedor de la escena la dispersa, quizá por eso esta vez tuvo menos protagonismo. Esta versión no envejece bien, Sagi debe repensar sus planteamientos.      

    Ayer vimos una Lucia con poca altura de miras, convencional y sin grandes momentos pero que animó por la belleza de la música y porque sus interpretes en general estuvieron a una altura aceptable  

 Cosima Wieck


Comentarios

Por Lucia 2012-10-21 14:15:00

Ayer día 20 acudí ilusionada a ver Lucia y salí totalmente decepcionada pues viví escasos momentos de emoción y en general no me supo a nada mas que a una música cantada rápida y superficialmente . No entendí a qué venían tantos aplausos.


Por Edgardo 2012-10-16 09:54:00

Efectivamente Cosima suele ser siempre certera e independiente en sus comentarios. También en éste. Coincido en su "ma non troppo", aunque en realidad la Lucia nos ha sabido a bastante, en comparación con las últimas producciones ovetenses. Todo un lujo poder contar con una crítica alejada de triunfalismos e intereses


Por Naranco 2012-10-15 21:14:00

Cosima W. (que a mi me suena más a Wagner que a Wieck), es persona de afilado olfato y no sólo de fino oído. Acierta con su contenida crítica, que no es la euforia pelotas de LNE, sin duda asociada a relaciones institucionales y publicitarias.


Por Desde lejos 2012-10-14 22:02:00

El caso es que la ópera de Oviedo sigue ahí. Mucho menos subvencionada que otras ciudades con iguales derechos. No muchas la verdad, en toda España.Aunque la crísis está ahí. Pienso que es una riqueza cultural que no debe perderse. Hay discrepancias en cuanto una renovación para situar la acción en el tiempo. Otra de las discrepancias está en el exigir o no traje de noche y de etiqueta. Comentaba alguien en la prensa y decía algo muy gráfico como:" se llenaría de señoras con su brazo rollizo... yo no tengo nada contra los brazos rollizos pero se me entiende..." algo así decía en su artículo.


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