Domingo, 11 de mayo de 2025
Mensaje del Papa para la Cuaresma
CIUDAD DEL VATICANO, (VIS).-En la mañana de ayer, 22 de febrero, tuvo lugar en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la presentación del Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma de 2011, que lleva por título: "Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con Él también habéis resucitado", tomado de la Carta de San Pablo a los Colosenses.
Intervinieron en el acto el cardenal Robert Sarah, presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum"; los monseñores Giampietro Dal Toso y Segundo Tejado Muñoz, respectivamente secretario y subsecretario del mismo dicasterio; y Myriam García Abrisqueta, presidenta de Manos Unidas España.
El cardenal Sarah, poniendo de relieve los lazos entre bautismo y caridad que el Papa subraya en su mensaje, afirmó: "Frente a los males reales del mundo estamos obligados a buscar soluciones para aliviar concretamente el sufrimiento, (...) pero Cristo ha fundado la Iglesia para dar mucho más. (...) Tanto en ámbito mundial como personal, los diversos aspectos del sufrimiento (...) requieren una respuesta que puede venir solo de la certeza de poseer la vida eterna", prometida en el bautismo.
La nueva naturaleza adquirida en el bautismo es "la fuente de la que brotan los actos específicos de caridad en beneficio de nuestros hermanos y hermanas".
Después, el presidente de "Cor Unum" destacó tres elementos claves del mensaje del Santo Padre, que constituyen "una brújula para reavivar la vida sobrenatural que nos ha dado el bautismo". En primer lugar, el Papa "fija citas concretas con personas y acontecimientos específicos en el curso de los cinco domingos de Cuaresma, proponiéndonos la Palabra de Dios que se proclama en esa ocasión. Así, quiere que experimentemos un encuentro personal con Cristo, la respuesta a los deseos más profundos del ser humano y del mundo".
En segundo lugar, "el encuentro con Cristo, en su Palabra y en los sacramentos, se manifiesta en obras concretas de misericordia".
Por último, el período de Cuaresma se presenta como "un camino (...) a lo largo del cual fructifica la semilla plantada con el Bautismo".
Por su parte, la presidenta de "Manos Unidas" recordó que "las mujeres de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, hace algo más de 50 años, lanzaron un grito de atención hacia el hambre en el mundo. En una hermosa expresión del "genio femenino" en la Iglesia, hicieron público un manifiesto (...) movidas, por su naturaleza y como madres, a dar y proteger la vida; y como mujeres católicas llamadas por Jesucristo, "a dar testimonio de un amor universal y efectivo por la familia humana".
"Ya desde el principio -concluyó- entendieron que tenían que luchar contra el hambre de pan, el hambre de cultura y el hambre de Dios. (...) De este modo, esta organización de la Iglesia en España ha podido estar al lado de hombres y mujeres de más de 60 países a través de unos 25.000 proyectos de desarrollo".
Siguen extractos del documento.
"El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia "los mismos sentimientos que Cristo Jesús" (Flp 2,5) se comunica al hombre gratuitamente".
"El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo". "Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. (...) En efecto, desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo. (...) Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia".
"Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor -la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico-, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas del camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él".
"El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos "del agua y del Espíritu Santo", y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la Gracia para ser sus discípulos".
"Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la "tierra", que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. (...) Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo".
"El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa -y no sólo de lo superfluo- aprendemos a apartar la mirada de nuestro "yo", para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo".
"En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida".
"La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia". "En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración. (...) La oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para Dios, para conocer que "sus palabras no pasarán" (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con él que "nadie podrá quitarnos" (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna".
"El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo".
"Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo que el Sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico".
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