Sabado, 23 de noviembre de 2024
Bondades del libre mercado en China
Tierras raras
Se llama “tierras raras” a una serie de elementos químicos imprescindibles para fabricar productos de tecnología punta como súper-imanes, turbinas eólicas, aparatos de rayos x portátiles o láseres. Su importancia es crucial por ejemplo en la producción de grandes turbinas eólicas, que requieren de más de una tonelada de imanes con un 35% de neodimio. Asimismo Toyota precisa de uno a dos kilogramos de neodimio y disprosio para sus motores híbridos, así como lantano para sus baterías... en total, unos 16 Kg de tierras raras por vehículo.
Ahora bien, estos elementos no son raros por ser escasos en la naturaleza (el neodimio es tan abundante en estado natural como el cobre) sino porque es extremadamente difícil y costoso separarlos de los compuestos óxidos en que se presentan y, lo más importante, su extracción es extremadamente peligrosa, pues se realiza introduciendo en los depósitos de minerales ácidos extremadamente corrosivos que luego se trasladan a balsas tóxicas.
Después de las catástrofes ecológicas de Aznalcóllar (causada por la empresa sueca Boliden) y la de Hungría (metalúrgica MAL), huelga recordar el enorme peligro que este tipo de explotaciones mineras supone para el medio ambiente y la salud de los seres humanos. Es por esto que en Europa y EEUU no se ha permitido el desarrollo de minas de estos elementos, razón por la cual China ha logrado asumir, por ejemplo, el 95% de la producción mundial de neodimio. Y el gobierno chino le está sacando un jugoso partido a esta condición, dado que si hace unos años exportaba el 75% de su producción de tierras raras, hoy sólo exporta el 25%, con el fin de destinar la producción nacional al desarrollo de toda una industria nacional de alta tecnología.
Esto es tanto más fácil si tenemos en cuenta los enormes subsidios que otorga el gobierno chino a estas empresas, la manipulación del yuan en los mercados de divisas o los ínfimos salarios y largas jornadas laborales de sus trabajadores. De hecho, las tres principales empresas chinas de turbinas eólicas (Sinovel Wind, Xinjiang Goldwind Science and Technology y Dongfang Electric) están haciéndose con contratos eólicos en países extranjeros (que estúpidamente sólo tienen en cuenta la baratura de las compras), algo muy sencillo dado que estas turbinas suponen en torno al 70% del coste de un parque eólico. Por otro lado, el fabricante chino de baterías BYD (coparticipado por el inversor Warren Buffet) es hoy proveedor imprescindible de la industria automovilística gracias a su privilegiado acceso a las tierras raras.
Ante esta escandalosa política mercantilista, Europa yace impávida, a merced de un puñado de financieros con influencia política que están lampados por participar en el banquete chino aún a costa del bienestar de sus conciudadanos. En EEUU las cosas son diferentes, pues Molycorp ya ha obtenido permisos para comenzar la extracción de tierras raras en California.
Hoy carecemos de una política industrial, comercial o monetaria seria frente a China, mañana nos preguntaremos por qué aquel país se ha hecho tan poderoso y nosotros tan irrelevantes.
Columnistas
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