Jueves, 02 de mayo de 2024

Consideraciones del autor sobre el "nacionalismo lingüístico"·

Un “comanche” en la autónoma

Leo una entrevista, de Carles Bellsolá al catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Carlos Moreno Cabrera, que ha publicado el libro, "El nacionalismo lingüístico”.

PRIMERO.

Una tesis profundamente provocadora del autor es: “que el único nacionalismo lingüístico que existe en el Estado es el español. Y que es muy agresivo”.

Reconozco que, siendo muy suave, se trata de una tesis más vomitiva que provocadora. El primer paso sería clarificar (por parte del autor) la expresión “nacionalismo lingüístico español”. Tal vez se trate de un nacionalismo cuyas características básicas sean muy diferentes a las típicas de los denominados “nacionalismos lingüísticos periféricos”. De momento, quedémonos con su afirmación de que el único nacionalismo lingüístico, en el Estado español, es el español. Y que es, además, muy agresivo.

Se ve que no compartimos, el sr. Moreno y yo, significados usuales de la lengua española. Le pondré un ejemplo de algo “muy agresivo”. No necesito devanarme los sesos. Basta copiar lo que hacen los políticos en Cataluña, en la que no hay (según el sr. Moreno) “nacionalismo lingüístico”.

Los políticos catalanistas han conseguido que no haya escuelas en las que los padres puedan enviar a sus hijos para que les enseñen en castellano, o español. O sea, en una parte de España (y la Comunidad autónoma de Cataluña forma parte de España) los padres no pueden conseguir que sus hijos sean enseñados en su lengua materna, cuando ésta es el español. Esto es lo que sucede en Cataluña, en la que no hay (según el sr. Moreno) nacionalismo lingüístico. Por otra parte, no conozco ninguna nación-Estado en la que los padres no tengan colegios en los que se enseñe en la lengua oficial del Estado. Excepto España.  Realmente, los españoles somos muy agresivos. En cambio, los catalanistas, sin nación-Estado, ejercen de excluyentes y discriminadores. Menos para el sr. Moreno.

 Ahí va el ejemplo de un modelo  realmente “muy agresivo”. No habrá, en toda España, colegios en los que se pueda enseñar en catalán, gallego o vasco. Como mucho, se permitirá que haya dos o tres horas lectivas a la semana en estas lenguas. Este modelo, sr. Moreno, es un modelo “muy agresivo” que, curiosamente, coincide con los modelos de los “territorios comanches”. Que son los que discriminan la lengua oficial y común: el español. Aunque usted lo niegue.

 Pero, según las anteojeras del sr. Moreno, el modelo que permite que el español sea desplazado de la enseñanza y de las instituciones (en Cataluña, País Vasco, Galicia y Baleares, al menos) no es un modelo “muy agresivo”. Todo lo contrario. Por tanto, afirmo que el sr. Moreno miente al decir que el “nacionalismo lingüístico español” es “muy agresivo”. Y miente al decir que es “el único muy agresivo”. Y también miente al decir que los nacionalismos periféricos son monjas ursulinas periféricas.

SEGUNDO.

Dice el sr. Moreno: “Exactamente igual que el catalán es una lengua de segunda en Castilla. En Madrid, si es que existe, el catalán es una lengua de segunda o de tercera. Y eso, a todo el mundo le parece muy bien. Que el castellano sea una lengua de segunda en Cataluña, a mí no me parecería mal”.

Esto ya alcanza niveles preocupantes de estupidez. Porque es una estupidez decir “exactamente igual que el catalán es una lengua de segunda en Castilla”. No, sr. Moreno, no es exactamente igual. En Castilla no hay demanda de catalán. En Cataluña, en cambio, hay demanda de español porque la mitad (aproximadamente) de los catalanes habla, habitualmente, el español. Aunque los políticos catalanistas no quieran atender esta realidad lingüística, lo que muestra su fanatismo antidemocrático y su desprecio por los derechos individuales. Bien es cierto que, en este lodazal antidemocrático, han participado (con sus respectivas cuotas de responsabilidad), el Partido Socialista y el Partido Popular. Y el profesor Moreno miente, una vez más, diciendo que en Cataluña no hay “nacionalismo lingüístico”.

TERCERO.

Añade el profesor: “La única inmersión lingüística que conozco es la del castellano. En Cataluña no hay inmersión lingüística”.

Hay que ser un caradura para decir esto. En fin, si tiene un átomo de dignidad y quiere enterarse de lo que realmente sucede, le ruego que se ponga en contacto con D. Antonio Robles, ahora representante de UPyD en Cataluña. Si él no quiere ponerse en contacto con usted, haga el favor de leer sus libros (empiece por “Extranjeros en su país”) y sus artículos sobre la cuestión lingüística en Cataluña. También le pueden ilustrar, Horacio Vázquez Rial,  José García Domínguez, Antonio Tercero, Vidal-Quadras, Arcadi Espada, Xavier Pericay (este último coordinador de “¿Libertad o coacción? Políticas lingüísticas y nacionalismos en España”) y un largo etcétera. Por supuesto, hable con las numerosas familias que tienen que soportar este fanatismo lingüístico catalanista que, según usted, no existe. Estas familias también le pueden informar de la inmersión lingüística que sufren en sus propias carnes.

CUATRO.

Las barbaridades que dice el sr. Moreno se ven, al menos en parte, clarificadas (no justificadas), al leer lo siguiente:

“Se habla de derechos individuales, pero las lenguas existen dentro de de una comunidad lingüística, no se trata de individuos aislados... Hablar de derechos individuales en cuestiones lingüísticas no tiene sentido”.

Ahora se entienden mejor los dislates del sr. Moreno. Resulta que, para él, lo que existe es el animal metafísico, “la comunidad” (o la “comunidad lingüística”), pero no las personas individuales de carne y hueso. De ahí que, según el sr. Moreno, sea un sinsentido hablar de derechos individuales lingüísticos.

Sigamos el razonamiento del profesor, y pasemos de la comunidad lingüística a la comunidad, a secas. Si en la comunidad lingüística hablar de derechos individuales no tiene sentido, ¿por qué va a tener sentido hablar de derechos individuales en la comunidad, a secas? O sea, volvemos a Herder, con su nacionalismo cultural (con la preeminencia de la nación) y Fichte, con su nacionalismo político (y la preeminencia del Estado). En definitiva, el individuo queda subordinado y dominado por la Nación o el Estado, o ambos.

Ya no nos puede sorprender que, con estos antecedentes, lo respetable no sean los derechos individuales de las personas, sino los supuestos derechos del animal metafísico (la comunidad, la nación o el Estado) al que se deben someter los individuos de carne y hueso. Es decir, los seres humanos son personajes secundarios en la vergonzosa opereta del profesor Moreno.

No hay duda, está usted a la altura de sus camaradas de los “territorios comanches”.


Comentarios

Por agua y aceite 2011-04-07 21:37:00

¡¡¡¡¡Que barbaridad barbas!!!!!! Dijo un barbero


Comentar

Columnistas

"Agenda 2033, nueva y eterna"

  En su libro “Agenda 2033, nueva y eterna”, Eduardo Granados presenta una propuesta para que pongamos nuestra mirada en 2033, fecha en la que se cumplen dos mil años de la Redención. En 2033 confluyen las celebraciones del bimilenario de la institución de la Eucaristía, de la muerte y resurrección de Cristo y del nacimiento de la Iglesia. En esta entrevista el autor nos da las claves de esta original propuesta.  

Por Teodoreto de Samos Leer columna

Ningun margen

Detrás de tanta normativa milimétrica se agazapa una desconfianza descomunal en la gestión privada, que actúa como un implícito reproche moral. Publicado en El Debate

Por Enrique García MáiquezLeer columna

¿Son los derechos humanos una idea tóxica?

Occidente no perdió el rumbo en 1776, sino en 1917 y 1968.

Por Francisco J Contreras Leer columna

San Fernando: el rey y el gobernante

Sólo el advenimiento de los Reyes Católicos, y el resultado de su prodigiosa obra, pudo superar, andando el tiempo, esa primacía en la memoria de los castellanos. Pero para ello hubieron de pasar casi doscientos cincuenta años Publicado en El Debate

Por Rafael Sánchez SausLeer columna

Goma 2 Eco asturiana ¡y ya vale!

Cabe resaltar aquí lo afirmado por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional: "En definitiva, da igual el explosivo que se utilizara, lo cierto es que todas las pruebas apuntan a que estos personajes fueron los que cometieron ese atentado y la trama asturiana proporcionó los explosivos" (sic).

Por Ana María Velasco Plaza Leer columna

¿Por qué no una Europa gaullista?

El papel rector de la Comisión Europea —que concentra todo el poder ejecutivo y gran parte del legislativo de la UE, pero no responde ni ante los Gobiernos nacionales, ni ante los ciudadanos europeos ni ante el Parlamento Europeo— es el principal instrumento de ese proceso de supranacionalización   Publicado previamente en LA GACETA

Por Francisco J Contreras Leer columna

Prescripción del 11M, humillante final de una nación

No sé si las palabras del juez ponente del proceso del 11M -"hay cosas tan graves en el 11-M que por ahora es mejor que no se sepan"- están ahora más en vigor que nunca antes. 

Por Ana María Velasco Plaza Leer columna

FELIZ NAVIDAD

Un año más enviamos nuestra felicitación navideña a nuestros lectores

Por Editorial Leer columna

LA PROPOSICION DE LEY DE AMNISTIA Y NUESTROS DIPUTADOS

A propósito de este acuerdo vienen a la memori las palabras de San Agustín en La ciudad de Dios, si no se respeta la justicia, ¿Qué son los Estados sino grandes bandas de ladrones?. 

Por José Luis LafuenteLeer columna

¿Somos todavía una nación?

Las naciones no son entes abstractos sino productos de la historia y, como tales, objeto de construcción o destrucción

Por Rafael Sánchez SausLeer columna

Chile: lecciones de septiembre del año 1973

  La actitud del Partido Socialista chileno hacia la democracia era en los 60 y 70 la misma que la del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Francisco Largo Caballero desde 1933: la democracia podía interesar como instrumento o puente hacia la dictadura del proletariado.  

Por Francisco J Contreras Leer columna

Encuesta
¿Logrará la ciudadanía frenar la ley de amnistía?

a) no, el gobierno lo tiene todo "bien atado"
b) sí, la fuerza del pueblo es imparable

Dignidad Digital, S.L. E-mail: redaccion@dignidaddigital.com
logo