Domingo, 13 de julio de 2025

Históricas concesiones

Es opinión general que la llamada Transición Española tras la muerte del general Franco, fue una etapa  ejemplar tanto social como políticamente hablando.También es cierto que los rescoldos de la hoguera producida por la infausta Guerra Civil se mantuvieron tenuemente a pesar de que la convivencia entre los españoles había llegado a un grado de normalidad y paz ejemplares, y la economía, tras el bloqueo que España sufrió a pesar de no haber participado en la Guerra Mundial, había adquirido cotas impensables hasta llegar a ser la 9ª potencia industrial mundial (según algunas fuentes, la 8ª) y la 2ª en el sector servicios (1975). Los ministerios eran ocupados por personas de una valía contrastada, cada titular en su especialidad y las Cortes, ciertamente de poco poder, también eran ocupadas por personas de relieve en su vida laboral o profesional.

Los que ya cumplimos una edad que nos ha permitido estar presentes en estos años que van desde la victoria de las derechas en la guerra, hasta dicha Transición, más los ya cuarenta años de democracia, podemos recordar hechos y circunstancias que hoy nos cuentan retorcida y falsamente los que pretenden con embustes, ganar una guerra perdida indiscutiblemente en su momento.

Yo recuerdo perfectamente que entre los empleados de una pequeña empresa que mi familia tenía en Oviedo, se encontraban tres de toda confianza y valía que por sus ideas y actuaciones, fueron expedientados después de la guerra, (sí, es cierto, se expedientaba), y sufrieron prisión creo recordar, en el Puerto de Santa María. Pues bien, una vez amnistiados, pudieron reintegrarse a sus mismos trabajos, recibidos con  alegría y gran satisfacción para y por todos. Habíamos llegado a formar una verdadera familia y su vuelta, como es natural, fue celebrada debidamente. También recuerdo que, una vez jubilados, sobre todo con uno de ellos, cada vez que nos encontrábamos por la calle sin prisas, nuestra amigable charla no bajaba de una hora de duración, llena de recuerdos y totalmente ausente de rencores.

Posteriormente, tras otro cambio, en los primeros años de la nueva situación a partir de 1978 con alternancias en el gobierno, la situación había llegado a un nivel de apacible normalidad que, desgraciadamente fué quebrada con la llegada al poder de J. L. Rodríguez Zapatero y su desmedido afán de resucitar viejos rencores.

Lamentablemente y ya antes aunque en menor medida, la llamada derecha española, iba aceptando tímidamente la falacia de que todo lo relacionado con el franquismo había sido maléfico y denostable, concediendo tácitamente, que lo bueno estaba precisamente en la izquierda y por esta causa, empezó el miedo, precaución o vergüenza a que el calificativo derecha se identificase más o menos con franquismo y  consecuentemente, partidos de clara tendencia derechista, huían de ese apelativo y ponían en sus títulos, algunos términos encubridores: izquierda republicana, izquierda

También es cierto que los rescoldos de la hoguera producida por la infausta Guerra Civil se mantuvieron tenuemente a pesar de que la convivencia entre los españoles había llegado a un grado de normalidad y paz ejemplares, y la economía, tras el bloqueo que España sufrió a pesar de no haber participado en la Guerra Mundial, había adquirido cotas impensables hasta llegar a ser la 9ª potencia industrial mundial (según algunas fuentes, la 8ª) y la 2ª en el sector servicios (1975). Los ministerios eran ocupados por personas de una valía contrastada, cada titular en su especialidad y las Cortes, ciertamente de poco poder, también eran ocupadas por personas de relieve en su vida laboral o profesional.

Los que ya cumplimos una edad que nos ha permitido estar presentes en estos años que van desde la victoria de las derechas en la guerra, hasta dicha Transición, más los ya cuarenta años de democracia, podemos recordar hechos y circunstancias que hoy nos cuentan retorcida y falsamente los que pretenden con embustes, ganar una guerra perdida indiscutiblemente en su momento.

Yo recuerdo perfectamente que entre los empleados de una pequeña empresa que mi familia tenía en Oviedo, se encontraban tres de toda confianza y valía que por sus ideas y actuaciones, fueron expedientados después de la guerra, (sí, es cierto, se expedientaba), y sufrieron prisión creo recordar, en el Puerto de Santa María. Pues bien, una vez amnistiados, pudieron reintegrarse a sus mismos trabajos, recibidos con  alegría y gran satisfacción para y por todos. Habíamos llegado a formar una verdadera familia y su vuelta, como es natural, fue celebrada debidamente. También recuerdo que, una vez jubilados, sobre todo con uno de ellos, cada vez que nos encontrábamos por la calle sin prisas, nuestra amigable charla no bajaba de una hora de duración, llena de recuerdos y totalmente ausente de rencores.

Posteriormente, tras otro cambio, en los primeros años de la nueva situación a partir de 1978 con alternancias en el gobierno, la situación había llegado a un nivel de apacible normalidad que, desgraciadamente fué quebrada con la llegada al poder de J. L. Rodríguez Zapatero y su desmedido afán de resucitar viejos rencores.

Lamentablemente y ya antes aunque en menor medida, la llamada derecha española, iba aceptando tímidamente la falacia de que todo lo relacionado con el franquismo había sido maléfico y denostable, concediendo tácitamente, que lo bueno estaba precisamente en la izquierda y por esta causa, empezó el miedo, precaución o vergüenza a que el calificativo derecha se identificase más o menos con franquismo y  consecuentemente, partidos de clara tendencia derechista, huían de ese apelativo y ponían en sus títulos, algunos términos encubridores: izquierda republicana, izquierda

democrática, etc. para enmascarar en parte su verdadero ideario. Se empezó a enmascarar el credo y, era cosa de un madrugador progresismo que llegó a  producir risa, el considerar una heroicidad y encomiable pedigrí opositor, por ejemplo, el presumir de haber corrido y sufrido fuertes y crueles "toletazos" ante los llamados "grises", heroicidad de la que hicieron gala muchos individuos que, echando cuentas, en aquellos tiempos de que se vanagloriaban, tendrían 12 o 13 años y, en algunos casos (de verdadera traca), no habían nacido, en un esperpéntico alarde de estúpida e interesada falta de rigor.

He aquí, a mi modesto modo de entender, el principio de la creencia en la exclusiva de que todo lo bueno es de la izquierda hasta el punto de que hoy como nunca, ella misma ha llegado a creerse depositaria de la verdad absoluta.

La historia no puede olvidarse y tampoco trastocarse a voluntad y hoy estamos asistiendo al intento de derribo por tiránico y maligno, de un período de 40 años que nació por necesidad y como consecuencia del peligro que significaba el Frente Popular y sus planes de convertir a España en un satélite de la URSS, si el resultado de la guerra hubiese sido otro.

Nunca la derecha debió hacer las concesiones ideológicas que se produjeron y, aunque no faltan excelentes publicaciones de no menos excelentes autores encaminadas a destruir todas las mentiras que circulan, no está demás que personas totalmente normales que hemos vivido o estudiado los tantas veces vilipendiados 40 años de "dictadura" (en los que se equipara a Franco con Hitler o Stalin), expresen con naturalidad y sin exagerados entusiasmos, pues no se necesitan, lo que se vivió en un período de nuestra historia, repito, hoy tan denostado, arbitraria e interesadamente con una notabilísima falta de rigor, y que propició, entre otras muchas cosas, a su final, pacíficamente, la tantas veces alabada y modélica Transición.



Manuel Alonso Trevicortov


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