Sabado, 23 de noviembre de 2024
Europa y sus fantasmas
¿Es Turquía europea?
Periódicamente reaparece en el debate europeo la cuestión turca. Entonces surgen opiniones diversas al respecto, pero que podemos resumir en dos: las demagogas islamófilas y las economicistas, porque por un lado están los favorables a la incorporación de los otomanos al proyecto europeo y por otro, los contrarios, aunque éstos, siempre atenazados por sus complejos, balbucean con tremenda inseguridad argumentos económicos para oponerse a la integración de la nación musulmana en Europa. Lo cierto es que, sin embargo, son pocos los argumentos contrarios a su incorporación que se centren en la raíz de la cuestión: sobre si –con independencia de la cuestión económica- puede considerarse a los turcos como integrantes de Europa. Cuestión ésta que es eludida ante el riesgo de ser tachados de xenófobos o racistas. Motivo por el cual se centran en cuestiones meramente de conveniencia económica y los problemas que el desequilibrio material entre Turquía y Europa podría acarrear: inmigración masiva, inseguridad ciudadana, etc.
Pero claro, eludir la chicha de la cuestión y limitar el debate a aspectos meramente económicos nos lleva a incurrir en argumentaciones inconsistentes, ya que si el motivo para no admitirles es el de riqueza, entonces si Turquía viniera a mejor fortuna desaparecerían los obstáculos para recibirles en el selecto club europeo. Por ejemplo, si de repente encontrasen petróleo en Turquía y la renta per cápita otomana alcanzase la media de la zona euro ¿haría eso que los turcos fuesen ya europeos? Es decir, imagínense que en vez de ser Turquía el país colindante fuese Kuwait. Los kuwaitíes tienen una renta per cápita superior a Gran Bretaña, Alemania y –evidentemente- a España ¿Haría eso de los kuwaitíes unos europeos de pro? Evidentemente, no.
¿Es Turquía europea por el mero hecho de que el 3% de su territorio esté en la Europa geográfica? O dicho de otra manera, si a día de hoy Rumelia no fuera turca ¿alguien consideraría la posibilidad de tener a Turquía por europea? Es decir, ser europeo ¿se limita a una cuestión meramente geográfica? O ¿lo importante es compartir una serie de valores éticos y una tradición cultural?
Porque no olvidemos que si Turquía conserva hoy día esa mínima porción de Europa que es Rumelia, no es más que por uno se esos azares de la historia. En concreto por el famoso juego de equilibrio de poderes mantenido por Francia y -sobre todo- por Inglaterra, temerosos del pujante imperio ruso y del control por parte de los zares del Bósforo, lo que podía alterar su hegemonía en el Gran Tablero de Ajedrez que iba desde Asia Menor hasta la India, pasando por Afganistán y Persia.
Por lo tanto, si la porción de Europa dominada por Turquía tan sólo representa una mínima parte de su territorio y una infinitésima parte de Europa y que además, dicha circunstancia no es más que un accidente histórico ¿por qué narices seguimos dándole vueltas a tan sencilla cuestión?
Plantearse la europeidad de Turquía es como plantearse la africanidad de España por el mero hecho de la españolidad de Canarias, Ceuta y Melilla. Aunque más difícil lo tendrán los ingleses, pues tendrían que decidir si ser europeos, africanos, americanos, asiáticos, oceánicos o antárticos, pues no en vano ellos tienen dominios en los seis continentes, como por ejemplo: Bermudas, Malvinas e Islas Vírgenes en América; Santa Elena y Ascensión en África; Diego García en Asia; Pitcairn en Oceanía y; las Islas Georgias y Sandwich del Sur en la Ártico. Lo mismo podríamos decir de los franceses, pues, entre otras, poseen en América Clipperton, Martinica y Guadalupe; Mayotte y Reunión en África; la Polinesia Francesa y Nueva Caledonia en Oceanía y; los archipiélagos de Crozet y Kerguelen en el Ártico.
Aceptar a Turquía en la Unión Europea, sería como aceptar a España en la Unión del Magreb Árabe o a Reino Unido en la Organización de Estados Americanos, la Unión de Naciones Sudamericanas, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental o la Asociación Sudasiática para la Cooperación Regional. Lo mismo podríamos decir de Francia, quien además podría ser admitida como miembro, entre otros muchos organismos regionales internacionales, en la Comunidad de Desarrollo del África Austral. En resumen, un despropósito.
Por lo tanto, descartados el criterio geográfico y el económico como los elementos sustantivos y definidores del ser europeo, no queda más que adentrarse en el debate que todos quieren evitar: el de Europa definida por las coordenadas de su tradición y raíz judeo cristiana, grecolatina y germana. Esos son –aun- los elementos definidores de la europeidad, elementos que, trasladados en su doble versión española y anglosajona (o si se prefiere, católica y protestante), arraigaron en América, Australia y Nueva Zelanda, configurando un todo en que viene a conocerse como la Cultura Occidental y a la que -lamentándolo mucho- Turquía no pertenece ¿No les parece?
Comentarios
Por Visor 2011-04-02 18:50:00
No puede ser, no pertenece al entorno cultural de Occidente y no haría más que crear divisón y lastre en un mundo ya de por si demasiado fragmentario.
Por JAM 2011-04-02 10:44:00
Comentarios Completamente de acuerdo y muy bien explicado. Aceptar a Turquía en la Unión Europea, sería como aceptar a España en la Unión del Magreb Árabe o a Reino Unido en la Organización de Estados Americanos Esta frase no tiene desperdicio, lo dice todo.
Por Alfonso 2011-03-31 11:08:00
Otro buen artículo y coincido en tú analisis,Turquia no puede ser Europa.
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