Sabado, 23 de noviembre de 2024
la ciencia nació en la universidad cristiana
La ciencia y el cristianismo
Hoy nadie discute que la ciencia moderna nació con Galileo y Newton, que eran cristianos y desarrollaron su actividad en universidades cristianas. Por ello, es fácil concluir que, efectivamente, el origen de la ciencia es cristiano.
Siendo esto importante, aunque no suficientemente difundido, es mucho más interesante saber por qué la ciencia se desarrolló precisamente en un entorno cristiano.
Ciencia es el estudio de aquella parte de la realidad que puede describirse mediante ecuaciones matemáticas, con ayuda de las cuales se pueden hacer predicciones certeras y comprobables. Por ejemplo, las leyes de Newton tienen una descripción matemática de cierta complejidad y permiten predecir con gran precisión hechos tan comprobables como son los eclipses. Así pues, la ciencia no pretende estudiar toda la realidad sino solo aquella que pueda describirse matemáticamente. Existen otras disciplinas, incluso disciplinas universitarias muy distinguidas como historia o teología que no son ciencia, porque ni tienen un desarrollo matemático ni predicen hechos comprobables. Naturalmente, el que no sean ciencia no quiere decir que no sean de fiar o que no nos ayuden a entender el mundo o la sociedad con gran profundidad.
Una vez visto lo que es ciencia, veamos como ha evolucionado el pensamiento occidental desde la filosofía griega al pensamiento científico.
Los griegos fueron los primeros que pensaron que el mundo era un universo ordenado, al que llamaron cosmos, y que ese orden permitía que los hombres lo entendiesen.
El que el mundo esté ordenado y sea comprensible es el primer requisito para que haya ciencia. Un mundo sin reglas fijas no puede ser estudiado. Sin la confianza en que el hombre pueda entenderlo, nadie lo va a estudiar.
Desgraciadamente, los griegos no solo pensaron que el universo estaba ordenado, sino que el mundo existente era el mejor posible, y eso quería decir, por ejemplo, que las órbitas de los planetas debieran ser circulares por la sencilla razón de que la circunferencia es la curva más perfecta. Por ello, nunca sintieron la necesidad hacer experimentos para comprobar si su idea del mundo se ajustaba a la realidad. Ahora bien, sin experimentación no es posible la ciencia. Sin experimentos no se pueden formular leyes generales ni se puede comprobar que dichas leyes son correctas.
Más tarde, los árabes estuvieron a punto de crear la ciencia. En efecto, los árabes aprendieron la filosofía griega al entrar en contacto con los bizantinos. Durante un tiempo, la escuela teológica musulmana dominante veía compatible el islam y la filosofía griega, pensaban que el mundo estaba ordenado y se podía entender. Por otro lado, los árabes tenían conocimientos matemáticos avanzados que tan necesarios son para la ciencia. En parte los heredaron de los persas y, en parte los cultivaron ellos mismos. Además, los árabes mejoraron mucho la calidad del papel de origen chino, permitiendo con ello que la difusión de ideas y conocimientos fuera bastante eficiente de un extremo a otro de su inmenso imperio. Como es fácil imaginar, la libre circulación de conocimientos facilita enormemente el avance de la ciencia; hay mucha más gente pensando en un mismo problema y comprobando si lo que otros han pensado es cierto o falso.
Sin embargo, en el siglo XI, con el califato ya asentado en Bagdad, triunfó definitivamente otra escuela teológica rival, (la de Al Ghazali), según la cual, Alá es, sobre todo, omnipotente. Esta concepción de la realidad divina implica, en la práctica, que el vuelo de una flecha al ser disparada por un arco está siendo determinada por Alá en cada instante y Alá puede decidir tanto que dé en el blanco como que se vuelva contra el que la disparó. Es obvio que con estas premisas no puede haber ciencia, porque los acontecimientos no tendrían por qué seguir unas leyes fijas.
Con ello llegamos a las universidades cristianas de la edad media. Los cristianos ciertamente pensaban que el mundo estaba ordenado pues había sido creado por un Dios racional. Acostumbrados a discutir de teología, tenían suficiente confianza en el hombre como para aceptar que éste pudiera entender las leyes que regían el mundo. Sabían bastantes matemáticas porque las habían aprendido de los árabes y, además, los profesores circulaban libremente entre las distintas universidades, y con los profesores se ponían en común los conocimientos adquiridos en cada sitio. Lo único que les faltaba era darse cuenta de que para conocer el mundo había que experimentar.
Esta cuestión se solventó en el siglo XIII en la universidad de París. Lo que se discutía entonces en la Sorbona, no era, en principio nada científico sino una cuestión teológica. Se trataba de saber si Dios había hecho el mejor mundo posible o uno de los muchos posibles. La disputa se decantó en favor de la segunda hipótesis pues la omnipotencia de Dios era más compatible con el hecho de que Dios podría pensar en más de un mundo posible. La conclusión es que si el hombre quería saber como era el mundo que Dios había creado, el hombre tendría que estudiarlo. Tendría que experimentar. Y así mientras la idea teológica sobre la omnipotencia de Alá de la escuela de Al Ghazali impidió el desarrollo de la ciencia entre los musulmanes, la teología sobre la omnipotencia de Dios dominante en la Sorbona impulsó a las universidades cristianas a estudiar el mundo mediante la experimentación y, en definitiva, al desarrollo de la ciencia
Columnistas
La subida global de temperaturas y la conveniencia de ir sustituyendo las fuentes de energía tradicionales (gas, petróleo y carbón) por otras más sostenibles es un tema de permanente actualidad tanto en los medios de comunicación como en la política. Frente a la versión aplastantemente mayoritaria del problema y sus soluciones, el ciudadano atento y bien informando acaba descubriendo algunos problemas a los que no se les presta demasiada atención. En este artículo se presentarán algunos de ellos
Por Francisco Javier Garcia AlonsoLeer columna
La propuesta que más influyó para atraer el voto de muchos europeos hacia las nuevas derechas es el rechazo a las políticas que facilitan la inmigración incontrolada, pues están convencidos de que aumenta la delincuencia y favorece la islamización de Europa
Por Angel Jiménez LacaveLeer columna
La alternativa a la "justicia social" no es un escenario de pobres muriéndose en las aceras por falta de recursos para pagarse un hospital. La alternativa sería una sociedad en la que, con una presión fiscal que fuese muy inferior a la actual, la gran mayoría de la gente se las arreglase muy bien por sí misma, sin depender de papá Estado. Publicado en el centro Covarrubias
Por Francisco J Contreras Leer columna
Este hombre de 82 años ha hecho más daño al sanchismo en dos meses que Feijóo y sus diputados en esta legislatura
Por Rafael Sánchez SausLeer columna
En su libro “Agenda 2033, nueva y eterna”, Eduardo Granados presenta una propuesta para que pongamos nuestra mirada en 2033, fecha en la que se cumplen dos mil años de la Redención. En 2033 confluyen las celebraciones del bimilenario de la institución de la Eucaristía, de la muerte y resurrección de Cristo y del nacimiento de la Iglesia. En esta entrevista el autor nos da las claves de esta original propuesta.
Por Teodoreto de Samos Leer columna
Detrás de tanta normativa milimétrica se agazapa una desconfianza descomunal en la gestión privada, que actúa como un implícito reproche moral. Publicado en El Debate
Por Enrique García MáiquezLeer columna
Occidente no perdió el rumbo en 1776, sino en 1917 y 1968.
Por Francisco J Contreras Leer columna
Sólo el advenimiento de los Reyes Católicos, y el resultado de su prodigiosa obra, pudo superar, andando el tiempo, esa primacía en la memoria de los castellanos. Pero para ello hubieron de pasar casi doscientos cincuenta años Publicado en El Debate
Por Rafael Sánchez SausLeer columna
Cabe resaltar aquí lo afirmado por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional: "En definitiva, da igual el explosivo que se utilizara, lo cierto es que todas las pruebas apuntan a que estos personajes fueron los que cometieron ese atentado y la trama asturiana proporcionó los explosivos" (sic).
Por Ana María Velasco Plaza Leer columna
El papel rector de la Comisión Europea —que concentra todo el poder ejecutivo y gran parte del legislativo de la UE, pero no responde ni ante los Gobiernos nacionales, ni ante los ciudadanos europeos ni ante el Parlamento Europeo— es el principal instrumento de ese proceso de supranacionalización Publicado previamente en LA GACETA
Por Francisco J Contreras Leer columna